Capítulo II 🎡

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Dorian

Me esfuerzo por pensar en que todo fue en vano, saber que no la volveré a a ver me consume por dentro.

Estoy en mi cama, contemplando este amanecer que debería ser inspirador, pero me siento terriblemente solo.

Voy a empezar mi día con los ánimos en el suelo, aunque, nunca lo demuestro.

Ingreso en un mundo de cavilaciones alocadas, pienso por minutos y decido levantarme. Me dirijo a la cocina para preparar un té, aún sigo somnoliento y me visto para salir al bosque, quiero trotar hasta el lago de la cima, queda a una hora de aquí.

Salgo en ropa deportiva y con una bebida energizante, comienzo a caminar por el sendero de tierra y me encamino a el césped.

A los cuarenta minutos de recorrido diviso unas mariposas rojas que revolotean alrededor de unas hermosas flores amarillas. Me percato de un jardín natural en el que se preserva la vida dulce.

Esa combinación de sorprendentes paisajes me produce un sentimiento de alegría.

¡Por fin logró ser feliz!
La naturaleza siempre saca lo mejor de mí, es un ambiente que me conecta con el universo.

Paso entre los troncos que dan la entrada al lago y me siento al borde de una gran peña, todo está lleno de pinos, mientras, la niebla los cubre junto los rayos tenues del sol. El agua del lago es fría y sus bordes son verdes por el musgo. Siempre es un buen lugar para despejar la mente.

Espero media hora, bebo, observo, escucho y me tranquilizo, después regreso a casa. Mi rutina vuelve a su estado monótono, a excepción de mis ganas insaciables de encontrar a Liv.

Tomo una ducha, alisto mi vestimenta y conduzco al trabajo. Estaciono en el parqueadero, salgo del vehículo y entro al gran edificio.

- Buenos días, señor - Me saluda cordialmente el guarda de la puerta principal cuando paso por su lado.

- Buen día Simón - Asiento dócil y continúo.

Al llegar a mi oficina decido tomar una estrategia nueva; saco el teléfono fijo y marco el número de mi asistente.

- Khalid, requiero del manuscrito de Flaubert. Cada capítulo tiene que llevar el sello de la Editorial - Ordeno - Tengo que ir a desayunar, apenas regrese, por favor verifica el respaldo de la garantía - Trabaja en todos los ámbitos de mi vida, no solo en la Editorial, se hace cargo de la mayoría de mis cosas personales.

Quiero un café con whisky, el único lugar donde lo venden queda a 10 minutos, pero vale la pena la distancia. El hambre no me deja concentrar, por lo que salgo con prisa y estaciono frente de la cafetería. Está cerrado y una decepción atraviesa mi estómago, doy la vuelta en el coche hacia el lugar donde dejé a Liv, la semana pasada. Es la cafetería más cerca de aquí y no tengo elección.

Entro silenciosamente, esperando que me tomen el pedido y angustiado por su calidad, nunca he venido a este lugar.

Guardo la esperanza de encontrar a Liv, pero no está por ningún lugar, ya es momento de acostumbrarme. Imagino que ella se olvidó de mí, en su mirada pude ver que pasa por la vida arrasando todo a su paso y no se preocupa por el desorden que ocasiona.

Pido lo que quiero a una fea camarera que me atiende con ánimos de coquetear, solo me provoca salir de aquí lo más rápido posible, no verla me causa jaqueca.

De no ver que venían a mí, me levanto a la caja y espero a que me brinde su atención.

- ¿Diga? - Pregunta una chica de ojos claros y cabello castaño oscuro.

Sólo Tú Me Salvas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora