Mientras Hipo estuvo afuera con su familia nosotros estuvimos a cargo de Berk. Igualmente no fue mucho; estuvimos así por una semana o un poco más.
Antes de irse, Hipo me pidió que no le dijera a nadie lo que en realidad iba a hacer, por lo que todos los demás creen que solo fue a tomar un merecido descanso en altamar con su familia o que fue a hacer algún trato de comercio y que así le enseñaría a sus hijos a cómo manejar el mercado el día que les toque a ellos gobernar de Berk.
Los únicos que sabíamos sobre su viaje al mundo oculto éramos Bocón y yo. No nos molestamos porque entendíamos sus razones para hacer ese viaje, pero no todos son tan comprensivos como para permitir a mi hijo hacer este pequeño proyecto en paz. Además que muchos de los jinetes o los berquianos iba a sentirse celosos o excluidos por no permitirles ver a sus dragones otra vez; era mejor así. Pero tengo admitir que yo sentía ese deseo de ver a Brincanubes otra vez... espero este bien.
Patapez y yo cuidábamos del dragón y este terminó encariñándose bastante con nosotros. El cortaleña entendía que cada vez que entráramos recibiría comida o solo caricias por lo que cada vez que nos veía se ponía a saltar o nos esperaba recostado frente a la puerta del salón. Bocón lo visitaba casi a diario para medir las dimensiones del agujero de su ala en lugar de Hipo. Bocón hizo varios parches de varios tamaños de para cubrir el ala del dragón, cada uno de estos pensados para que el dragón no se sintiera incómodo a la hora de volar; también recogía con una escoba y una pala todas las escamas que se le iban cayendo al dragón para utilizarlas y para terminar el parche.
-¿Me ayudas a dormirlo?-, me preguntó una vez.
-¿Por?
-Es que ocuparé cortarle los hilos de su barbilla; si tengo suerte serán suficientes para cocer el parche sin hacerle daño o le infeccione la piel. Es lo único que se me ocurre.
También me explicó otro método que sería utilizar una especie de hilo hecho con intestinos de pescado. Me pareció asqueroso, pero era lo que teníamos.
-Haz lo del hilo primero, y si no funciona te ayudo con las escamas de su barbilla.
Esos eran nuestros deberes normalmente. Todo lo demás seguía como siempre. Lo único que cambiaba era que decidimos proteger el perímetro durante las noches. Eret dirigía un pelotón mientras Patán dirigía otro y estos tomaban turnos cada día de por medio.
Yo no hacía mucho. Más que todo ayudaba a uno que otro vikingo con una pequeña labor o, de vez en cuando, caminaba por el pueblo viendo a los niños correr, a las ovejas pastar y comer o los jinetes cumpliendo sus labores.
Lastimosamente ya no me encontraba con ciertas cosas que me gustaban: Patán ya no llegaba a hablarme y a sacarme una que otra sonrisa, pero estoy feliz que haya superado esa fase; no pude ver a mi hijo ser un líder durante esa semana, cosa de la que me siento muy orgullosa; no pude compartir el día con mi nuera tampoco; y para peor no pude jugar con mis nietos. De verdad, disfruto pasar tiempo con esos adorables niños, aunque aún así llegan unos niños a hablarme, como Gretta la hija de Patapez, pero suele preguntarme por mis nietos para jugar con ellos. Igualmente ella jugaba conmigo ya que no estaban ellos y así yo le ayudaría a Patapez y a Brutilda con su hija mientras ellos seguían su labor. Además, cuidar de niños no es un problema, es decir, es más fácil lidiar con ellos que con los bebés dragón.
Claro, siempre y cuando no tuviera nada que hacer me iba al bosque. Escalaba el árbol más alto y sacaba mi cabeza de entre las hojas para ver el cielo, por lo general durante el atardecer. No podía esperar el momento en que pudiera recibir a Hipo y Astrid con besos y abrazos; y que mis nietos corrieran a abrazarme y contarme todo lo que hicieron en el mundo oculto...
Es más, me pregunto: ¿Cómo es el mundo oculto?
Zephyr y Nuffink son muy buenos describiendo lo que ven llenos de asombro. Ellos me darán una gran idea del lugar...
Caminar por el pueblo, hablar con todos y descansar, esperando ver el nuevo día junto con mi familia. ¿Estoico se habrá sentido así también? Debió ser duro tener que lidiar con Berk solo, y con Hipo corriendo por todos lados.
Estoico, no sabes cuánto me gustaría ver tu rostro al ver a Hipo o a Berk. Estarías tan orgulloso de saber que todo ese esfuerzo dio frutos. Estarías tan feliz de jugar con Zephyr y Nuffink. Incluso, ahora con Hipo a cargo, podríamos bailar juntos... o pudimos haber volado juntos... Hubiese sido bonito. Pero aún falta tiempo para eso; disfrutemos lo que hay ahora.
Para la sexta noche sentí la necesidad de preguntar por el perímetro. Patán estaba a cargo.
-Hoy no ha pasado nada, pero, ayer, Eret vio una luz detrás de la niebla de la noche. Pero no era nada-, dijo confiado.
-¿Cómo sabes eso?
-Porque no se acercó. Seguro solo era un comerciante perdido.
Algo me parecía extraño de esto, pero decidí confiar en él. El día siguiente decidí sacar al cortaleña del salón; ya parecía estar listo para eso. Muchas personas se le acercaron al verlo afuera del salón y se acercaron para acariciarlo o simplemente contemplarlo. El dragón se veía tranquilo. Poco después del medio día lo lleve al bosque, ya que los cortaleñas se sienten a gusto entre los árboles. Tuve la suerte de que el cortaleña ya comprendía que no podía volar y por ende no saltaría por ahí ni se lastimaría. De hecho, este me acompañó a escalar los árboles y no dejó mi lado.
Luego de un rato bajamos de los árboles, ya que no faltaba mucho para que se hiciera de noche y llevar a la criatura al salón. Aterricé junto al dragón cerca de la base del árbol y, cuando me reincorporé, vi a un hombre de pie a unos metros de mí, mirándome. No lo reconocí y no llevaba nada puesto que me indicara que era un poblador de Berk. Algo muy adentro de mi cabeza me hizo pensar en la luz que vieron en la noche. Un segundo después el hombre empezó a correr en dirección contraria. Quería huir. Lo seguí, no podía permitir que se escapara. El dragón me siguió, pero lo detuve, acaricié su nariz y le hice entender que tenía que irse; sin embargo, eso me atrasó, cuando dejé al dragón y corrí para buscar a ese hombre lo había perdido.
No era un berquiano, de eso estoy segura.
Me detuve al salir del bosque cerca de uno de los bordes de la isla. Ese borde estaba a varios metros de altura del agua, y ahí encontré con una larga cadena.
Cuando me percaté que jadeaba me senté por unos segundos para recobrar aire y saliva. Luego, tomé la cadena y escalé los árboles: era más seguro ir entre las ramas hasta el pueblo, ya que, si el hombre seguía cerca seguro me emboscaría.
Cuando llegué al pueblo, el dragón estaba esperándome junto a Patapez cerca del salón. ¡Odín escuchó mis plegarias! Le conté todo a Patapez y le mostré la cadena, salimos a buscar a Bocón y a Eret y les conté lo mismo
-...Tomé la cadena por si acaso; sin ella, nadie puede entrar ni salir.
-Bien-, respondió Bocón-, pero que hacemos ahora. Eret se mostró pensativo por unos momentos analizando la situación.
-Lo mejor que podemos hacer es cuidar del pueblo con nuestros pelotones. Y, si es necesario, proteger al dragón o esconderlo.
Ese fue el plan hasta ahora. Los pelotones se limitaron a solo cuidar del pueblo toda la noche mientras que yo me encargaría del dragón. Por suerte nada pasó y a la mañana siguiente llegó Hipo.
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HTTYD/CEATD: Dragones y Humanos
Fiksi PenggemarEl líder del nuevo Berk, Hipo, junto con su familia, se enfrentará al mundo y a una nueva amenaza con la esperanza de que este cambie para que algún día en el futuro pueda volver a ver a su mejor amigo y volar con él otra vez.