¿Qué planean los niños?

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Valka estaba sentada a la deriva del acantilado tomando aire, tratando de meditar para encontrarle una solución a todo lo que sucedía. En un momento abrió los ojos y pudo ver a la distancia un navío que se acercaba a Berk. Ella pudo reconocer perfectamente a quienes estaban abordo y saltó de la alegría.

La mujer corrió desde el acantilado hasta la bahía con un gran alivio en su corazón. Mientras corría por el pueblo para llegar a la bahía ella anunciaba la llegada de su familia, cosa que incitó a varios de los berquianos y a los jinetes a acompañarla a recibir al líder. Hipo arribó encontrándose con gran parte del pueblo y con su madre, quién lo recibió con un gran abrazo. Los niños bajaron del barco corriendo para saludar a todos. Astrid bajó detrás de los niños para saludar a su familia y a su suegra con abrazos. Todos subieron juntos hacia sus hogares para seguir con mejor ánimo hacia sus labores. Nadie le quería preguntar a Hipo sobre su viaje aún porque parecía cansado, por lo que decidieron darle su espacio.

Hipo entró a su hogar con sus hijos mientras que Astrid aún seguía con Valka afuera. Él y los niños estaban llevando sus cosas a la casa para depositarlas en la sala y volver a salir.

-Niños-, llamó Hipo, -vengan un momento.

Ellos se acercaron para escuchar a su padre.

-Ocupo que me hagan un favor, ¿sí?

-¿Qué, papá?

-No le digan a nadie a dónde fuimos, por favor. Solo a su abuela o a Bocón. 

Los niños no entendían la razón de esto, pero decidieron no cuestionar a su padre le prometieron no hablar del mundo oculto. Después de eso todos salieron. Hipo se reunió con su madre, su esposa y con Patapez, que estaba por ahí, cerca. Mientras tanto los niños se fueron a jugar por el pueblo, a saludar algunas personas y a correr a contarle todo a Bocón. 

Los demás jinetes se acercaron a dónde estaba Hipo para pasar un tiempo ameno. Un rato después, este decidió llevárselos a todos al salón. Zephyr vio a los jinetes irse al salón y la curiosidad la obligó a seguirlos; ni Bocón ni Nuffink se dieron cuenta. 

Ella trató de ser lo más discreta que se pudiera, muy probablemente no la dejarían escuchar por ser "tema de adultos". Los adultos entraron al salón mientras que la niña se quedó afuera cerca de la puerta esperando poder escuchar algo. Por suerte ellos se sentaron bastante cerca de la puerta; seguramente porque no querían molestar al dragón que suele dormir en el centro del lugar.

La conversación no duró mucho. Primero comenzaron con una pequeña conversación que no duró mucho; la cuál tenía que ver con la herida del dragón. Luego de eso, Valka les explicó todo lo que sucedió, Eret reforzó lo que ella dijo por lo que presenció en la noche; y, al parecer, hay o había un intruso en la isla. Luego, Hipo les dijo lo que vió de regreso a Berk, cosa que le extrañó a Zephyr ya que nunca se dio cuenta de aquello.

Los adultos discutieron un poco más el tema, hasta Hipo, Astrid y Patán, y en parte Valka, llegaron a un plan. La conversación estaba por terminar por lo que la niña corrió de vuelta con su hermano. Ella se encontró con Nuffink y Gretta jugando, Zephyr saludó a Gretta y se llevó a su hermano por un segundo.

-¿Dónde estabas, Zeph? Te estuve buscando.

-Estaba en el salón. Papá y mamá estaban discutiendo algo-, dijo ella antes de contarle a Nuffink todo lo que sabía acerca de lo que discutieron.

-¿Qué haremos, entonces?-, preguntó el pequeño Nuffink, haciendo que su hermana pensara bastante

-...Tengo una idea...-, la niña procedió a explicarle a su hermano y, después, solo les quedó esperar a que el plan de los adultos sirviera. 

Cuando Bocón salió los niños se le acercaron para ofrecerle ayuda en el taller; ellos sabían que él ocupaba hacer el hilo de pescado por lo que ellos lo ayudarían a hacerlo. 

A la hora del descanso ellos se fueron al bosque para jugar con su abuela. Mientras estaban en los árboles ella les preguntaba sobre el mundo. Ellos les contaron todo desde cómo volaron por los aires hasta cómo investigaron ese hermoso y cristalino mundo subterráneo. Le hablaron acerca de todos los dragones que vieron, los secretos que descubrieron de estos y con cuáles jugaron. 

-¡Vimos a Brincanubes!-, dijo Nuffink

-¡¿En serio?!-, preguntó la mujer con curiosidad, -¡¿Y que tal?!

Nuffink hablaba con su alegre abuela hasta que Zephyr los interrumpió con la excusa de que "la naturaleza llamaba". 

A pesar de que estaban lejos de dónde sucedió el encuentro, Valka los cuidó más que nunca en caso de que apareciera el intruso otra vez. A mitad del bosque se encontraron con un pastizal perfecto para que la niña pudiera hacer su necesidad.

-Eso es hierba de dragón, ¿verdad?-, preguntó Nuffink

-¡Sí!-, respondió su abuela, -¿Cómo lo sabes?

-Está en el libro. ¡Se ve igual al dibujo!

Zephyr salió de entre la hierba indicando que ya terminó y su abuela decidió llevarse a los niños por si acaso; lo que ella no sabía es que la pequeña, en realidad, estaba recolectando un poco de aquel peculiar pasto. 

Para el atardecer se empezó a ejecutar el plan de Hipo: el pelotón de Patán mas gran parte de las mujeres en Berk fueron en busca del intruso, si es que aún seguía por ahí; mientras tanto, el resto de ellas, se quedarían en Berk a cuidar de los niños. El pelotón de Patán cuidaría del pueblo. Bocón era el único hombre que no estaba afuera y él cuidaba de los niños. En el taller, tomaron un poco de cuero, unas sogas y un poco de madera para fabricar una montura similar a la que tienen sus padres en el cuarto. 

-¿Que te parece, Bocón?-, llamó la niña, - es como la de mis papás.

-Bueno...sí... Aunque ocupas arreglar esto...-, y así, el hombre de extremidades cambiables, ayudó a Zephyr a crear una montura efectiva sin saber para que la utilizarían los niños.

Para el anochecer las estoicas mujeres y los jinetes salieron del bosque, el intruso no estaba, de verdad escapó. Eret se echaba la culpa, pero Hipo no se molestaba: la isla era gigantesca, era imposible cubrir todo el borde con vigías. Con la primera fase completa continuaron con el paso dos. Habían dos grandes ballestas escondidas al fondo del taller que usarían para subirse al barco, solo había que amarrar una cuerda a la flecha y dispararla al navío enemigo.

Vigilaron toda la noche con la ballesta, pero no pasó ningún barco. Era un alivio, pero también podía significar que volvieran a entrar por otra parte de la isla. El día siguiente repitieron el mismo plan y el día siguiente también. Los niños aprovecharon ese tiempo extra para visitar al dragón antes de poner en marcha su idea.

Para la cuarta noche el barco reapareció. Dispararon la flecha al barco y utilizaron la cuerda que tenía amarrada como tirolesa para deslizarse hasta este. Una vez sobre el barco, con los tripulantes de este sorprendidos, Hipo puso en marcha la tercera fase de su plan.

HTTYD/CEATD: Dragones y HumanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora