Brooke Stewart
La mañana después de la fiesta fue un poco interesante, rara sobretodo. Comenzó al despertarme en la cama de mi hermano mayor.
- ¿Que carajos hago aquí Dylan? -dije lanzándole una almohada- ¿Y por que carajos mi cabeza va a estallar?
-Abriste mi puerta a las tres de la mañana, cantando Why, lo que me dice que estabas borracha.
-Ah, no es tan malo como parece-dije aliviada.
-Estaba con una chica-mis mejillas están rojas, puedo apostar lo que sea.
- ¡Lo siento! -me tapé la cara con las manos y solté un suspiro.
-Eres mi hermana, no tienes por que pedir perdón, se fue al instante y me dedique a cuidarte-lo mire y me estaba sonriendo, sin duda tenía al mejor hermano del mundo- ¿Dónde fuiste después de la fiesta para que llegaras tan borracha?
-Fui a la casa de Rachel, bebí mucho y llegué por un Uber.
-Creo que no puedes tomar hasta los dieciocho y aun te falta-tomo algo de su mesa de noche, me paso una pastilla junto a un vaso de agua-Tómate esto, te ayudará a sentirte mejor-me tome la aspirina.
- ¿Puedo preguntarte algo? -susurré.
-Claro.
-¿Me perdonarías por cualquier cosa?-me miró confuso-Me refiero a que tal vez me haya podido equivocar y quisiera saber mi perdonarías.
-Brooke, eres mi hermana menor, te perdonaría mil veces-me acerque a él y lo abrace-Mamá y papá quieren que vayamos a la empresa, enseñarnos algo.
-Claro, iré a vestirme-le di un beso en su mejilla y salí hacia mi habitación.
Me puse algo que me mantuviera fresca, Los Ángeles estaba a 30 grados, decidí usar un vestido azul que estaba al menos ocho dedos arriba de la rodilla, unas botas de cuero negras que llegaban hasta mi rodilla y unas gafas estilo ojo de gato negras. Tomé una manzana de la cocina y subí a la camioneta negra de mi hermano.
-Les dije que estabas con migraña y que se fueran adelantando, todos están allá.
-Gracias, ¿Por que debemos ir?
-Es el aniversario de cuando salió la primera edición de la revista, papá quiere hacer un brindis con todos los empleados y como somos sus hijos nos quiere allí.
Asentí y le presté atención a la canción, treinta minutos llegamos al gran edificio de veinte pisos. Cuando era pequeña veníamos casi todos los días, me encantaba sentarme en la silla giratoria de papá mientras lo veía trabajar, o también cuando me quedaba organizando fotos las fotos de mi mamá junto a Dylan.
Nuestros padres nos enseñaron a amar está empresa, es su esfuerzo, es un regalo de mi padre a mi madre, es el lugar donde todos nosotros crecimos, corriendo por todos los pasillos. Flair ha crecido mucho con los años, no solo tiene sedes en veinte ciudades, sino que también se mantiene en la cima arrasando cada año, quedando siempre en los tres primeros. Mis padres lo hicieron.