where we are ➳ harry styles

2. Lo siento

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La sonrisa de Harry se borró de su rostro en el segundo en que pisamos la salida de Bleach. Los flashes nos cegaron casi instantáneamente, y decidí quedarme unos pasos detrás de él para no causar tanto alboroto, y de paso, dejar que saludara al grupo de fans que no había podido entrar al bar mientras yo lo observaba desde atrás, a una distancia considerable. Traté de mantener la calma y hacer oídos sordos a todo lo que los paparazzis nos estaban gritando, pero simplemente no pude.

Una de las frases me impactó demasiado y aunque intenté pasarla por arriba como Harry recomendaba en cada una de estas situaciones, fracasé miserablemente.

"Harry, ¿qué se siente ser usado por pura publicidad?"

Escucharlos era un camino de ida, y en cuanto presté atención a una de las preguntas, comencé a oír todas.

"Ronnie, ¡por aquí!"; "¡Pensé que la campaña de Daisy Knights estaba terminada!"; "¿Por qué siguen juntos?"

— ¿¡Tienes idea de lo que estás hablando?! —Le pregunté al hombre detrás de la cámara, el mismo que no dejaba de gritar estupideces dirigidas no-tan-indirectamente hacia mí. El mismo del que Harry me había advertido incontables veces. Me miró con los ojos abiertos como platos, probablemente sorprendiéndose al darse cuenta de que, de hecho, estaba escuchándolo. Sabía que estaba mal, sabía que lo único que tendría que haber hecho era bajar la cabeza e ignorarlo, pero yo no era Harry. No iba a dejar que me pasaran por encima como si fuera una alfombra, y muchísimo menos que digan mentiras sobre mí—. Lo único que tienes que hacer es tomar las malditas fotografías en silencio, sin acosarlo a él, ¡o podrías conseguirte una vida! Eso estaría muchísimo mejor, así podrías irte a la mierda.

— ¡Veronica! —Exclamó Harry detrás de mí, tomándome con fuerza del brazo y arrastrándome hacia quién sabe dónde, disculpándose con la mirada con todos los fotógrafos presentes. ¿Acaso no había escuchado todo lo que yo? ¿Cómo podía disculparse después de todas las groserías que nos habían dicho?—. ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer? ¿Qué es lo que te digo siempre, Veronica?

"No dejes que se metan en tu cabeza. Lo único que quieren es sacarte de tus casillas para tener un artículo al día siguiente."

Elegí no contestar al darme cuenta de que había hecho exactamente lo que Harry siempre evitaba, recordando las millones de veces que nos habíamos dicho el uno al otro que no valía la pena reaccionar, que nosotros sabíamos qué y quiénes éramos, y eso era suficiente. Debía ser suficiente. No teníamos que probar nada a nadie, ¿por qué esa noche había sentido la necesidad de contestarle? ¿Por qué tuve que hacerlo con insultos y no pacíficamente, como él lo hubiese hecho?

— ¿Dónde dejaste el auto? —Preguntó al no obtener respuesta alguna a sus previas preguntas, que yo había tomado como retóricas. En silencio, nos dirigí hacia el estacionamiento que había a un par de cuadras, en donde Meredith había sugerido que lo dejáramos antes de entrar a Bleach. Deseaba que mi mejor amiga estuviera junto a mí para que evaporara la tensión que se había creado entre nosotros, ella era de las únicas personas que podían cambiar el aire.

Busqué las llaves en mi pequeño bolso, y por primera vez en meses decidí conducirlo yo en vez de dárselas a Harry.

—Lo siento —susurré débilmente mientras me abrochaba el cinturón de seguridad. Él sacudió su cabeza y abrió y cerró su boca unas cuantas veces; habiéndose calmado, seguramente estaba pensando en qué decirme antes de hablar. A diferencia mía. Sus facciones estaban rígidas y podía notar lo tensa que estaba su mandíbula, pero aún así apoyé mi mano en su muslo tratando de relajarlo al menos un poco.

—Lo sé.

—Estás enojado.

—Lo estoy.

—Lo siento —repetí, sin poder retener las lágrimas que habían empezado a caer por mis mejillas. Mantuve mi vista fija en el camino, frotando mis ojos para quitar la nubosidad que se formaba cada tanto en ellos—. No pude... No pude ignorarlo, Harry. ¿Escuchaste lo que estaban diciendo?

—Detén el auto, no puedes manejar así —ordenó, refiriéndose a mi silencioso llanto. Aparqué el vehículo a un costado de la calle y bajé de éste dando un fuerte portazo. Él hizo lo mismo, superando lo fuerte que había sido el mío como si se tratara de una competencia. Repetimos la secuencia de subir y asegurar los cinturones, y en cuestión de segundos partimos una vez más hacia su casa—, también lo siento.

—Sabes que la mayoría de las veces no me importa esto, pero tenía que defendernos...

—Y tú sabes que ese tipo siempre está buscando roña conmigo, Ronnie. —Asentí dándole la razón y sentí su mano en mi muslo, tal como yo lo había hecho unos momentos atrás. Limpié mis ojos con un pañuelo descartable que encontré en mi bolso y apoyé mi mano en la suya, sin saber qué más decir.

Llegamos a casa de Harry después de aproximadamente veinte minutos en los que el silencio habló más de la cuenta. Nuestro humor había caído en picada desde el momento en que salimos del bar, pero no iba a dejar que un idiota -y yo- nos arruinara la noche. No podía permitir que nos peleáramos una semana antes de que se fuera a recorrer el mundo, no sabiendo que no lo vería dentro de unos cuantos meses hasta que la gira se trasladara al Reino Unido.

Me senté en el borde de su cómoda cama y estiré los brazos hacia él, sujetándolo por la cintura y evitando así que comenzara a desvestirse para acostarse a dormir. Lo apegué a mí y tanteé suavemente sus labios con los míos para comprobar que estuviésemos en la misma página y no ser humillada en cuanto me rechazara el beso. Afortunadamente lo estábamos, y deshizo mi agarre para sujetar mi rostro entre sus manos mientras me besaba con urgencia y desenfreno. Me decepcioné en cuanto se separó de mí, apenas unos momentos después, y continuó buscando algo en su armario.

—Ya dije que lo sentía, Harry. —Contestó con un simple "mmhm" casi inaudible, y me lanzó una remera suya—. ¿Vas a ser así? ¿De verdad? Está bastante grandecito, creo que puede sobrevivir a un insulto mío...

—No es sobre él, Ron —dijo sentándose a mi lado—, es sobre ti. El perfil bajo que tuviste hasta ahora, no servirá de nada si comienzas a escuchar lo que dicen los demás de ti. Sin importar cuán grave sea lo que digan, tú sabes cuánta verdad hay. Sólo tienes que seguir caminando con la frente en alto, demostrando que lo que dicen no llega a tus oídos.

—Pero llega, Harry. Llega a mis oídos.

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