Mi doncella... Persigo su mirada como buscando el sol entre las tinieblas. Anoche mientras me retorcía de frío entre mis viejas cobijas la vi. Caminaba junto a dos personas y la vi. Al instante me puse en pie y empecé a seguirla. Quien podría describir el suave murmullo de su andar, ese candencial ritmo que envuelven sus caderas. Quien podría soportar el infierno de calor que dejaba en mi cuerpo aquella silueta. Poco a poco llegaron a la plaza. Yo, subyugado desde siempre a la vil sociedad me detuve a media calle y decidí observarla desde lejos. Oculto entre las sombras me imaginé cerca a ella. ¿Acaso me reconocería?
Sin pensarlo más decidí acercarme. ¿Quien más que yo podría sacarla de sus dudas? Ella seguía conversando, sonreía alegre, su risa compartía con el viento el frágil y liviano murmullo de la noche. La gente empezó a verme, algunos hasta se mofaron. Siempre hay quienes me señalan y madres de familia que al verme pasar llaman a sus niños. Pero esta vez no me importó absolutamente nada. Sólo ella... que al verme se quedó sonriente, me quedó mirando y todo en mi tembló. La vi acercar su mano al rostro y hablar con sus amigos mientras me miraba ¿estaría hablando de mi? ¿Me habría reconocido ya?
En ese momento supe lo que debía hacer. No me contuve más y con paso firme fui directamente hacia ella. Me abrí paso entre su círculo de amigos y de repente estuve ahí, entre ellos. Ella me miró y no supo que hacer, desvío la vista y entonces comprendí que mi presencia la había alborotado. No quise hacerla sentir mal y menos delante de sus amistades. Así que me di media vuelta y me fui de ahí. Y aunque no logré lo que hubiese querido, me sentí contento ya: le había impuesto mi presencia y lo que es mejor, la misma la había hecho temblar.
De repente algo pasó. Sentí una mano suave y delicada tocarme el brazo y me di vuelta. La plaza estaba desierta, y ella estaba sola, conmigo. No supe que decir, pero no hizo falta. Ella empezó a besarme e increíblemente sus labios despertaron en mi una locura que ya había creído perdida. Me dejé llevar por sus labios y poco a poco acaricié cada parte de su piel. Invadido por el fuerte deseo de tantos años esperando ese momento le arranque la ropa y la levanté en peso, con destreza tomé posesión de su cuerpo y la penetré con furia. Una y otra vez la hice mía. Apoyados contra un árbol estuvimos forcejeando largo rato en medio de la soledad repentina de la plaza. Luego ella se dio vuelta y pude darle la estocada final. Cuando eyaculé, cerré los ojos y vi el cielo celeste en medio de la oscuridad de mis pupilas. Pero poco a poco y conforme fui aterrizando de ese viaje me sentí muy extraño, y en un triste momento desperté y me di cuenta de mi error.
— ¡Oigan! ¿Vieron al loco ese todo andrajoso venir como si nada?
— Cállate... Pobrecito. Seguro tiene algún pasado triste y ver cosas o personas lo hacen recordar...
— Creo que nos confundió con su mancha. Jajaja...
— A mi siempre que lo veo se me queda viendo, creo que FloOr tiene razón, tal vez yo le recuerdo a alguna persona...
— ¡Manyen, manyen, se esta restregando con el árbol! ¡Que chucha tiene!
— ¡Ajjjj! ¡Mierda! ¡Se esta pajeando en plena plaza! ¡Huácala! ¡Vámonos de aquí!
— Ya, ya vámonos, ese loco ya me dio miedo. Hace rato que vino se me quedó mirando medio raro...Octubre, 2014
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EL LOCO
Teen FictionMi doncella... Persigo su mirada como buscando el sol entre las tinieblas. Anoche mientras me retorcía de frío entre mis viejas cobijas la vi. Caminaba junto a dos personas y la vi. Al instante me puse en pie y empecé a seguirla...