➻ dieciséis

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Luna contemplaba desde encima del baúl de juguetes cómo Nina les contaba un cuento a las gemelas, ya por la noche. Martina y Sofia eran una monada. Era una escena muy conmovedora. Le parecía increíble lo bien que Nina se había adaptado a su nuevo papel de madre.

Su amiga estaba sentada en una mecedora con los bebés en su regazo, leyéndoles una historia sobre un oso que se perdía en el bosque. Nina vivía el cuento, poniendo distintas voces para cada personaje y añadiendo drama a la historia. Las niñas estaban acurrucadas contra su pecho y estaba claro que Nina adoraba ese ritual al final de cada día. Luna estaba muy contenta por su amiga y quizás un poco celosa de que ella hubiera encontrado un hombre que la quisiera tanto como Gastón y al que correspondía de igual manera. Era algo que ella había intentado sin éxito. Lo había intentado dos veces.

—Den las buenas noches a Luna —les dijo Nina a las niñas después de terminar el cuento.

Las niñas lo hicieron con su media lengua de trapo, haciendo sonreír a Luna.

—Y ahora a la cama, es hora de dormir.

Sofia hizo pucheros y se señaló el sitio de su cabeza donde le habían puesto puntos el otro día.

—Pupa —dijo la niña.

—Sí, tienes una pupa, pero tienes que ir a la cama de todas formas —insistió Nina intentando no sonreír.

Luna se levantó para darle un beso a Sofia y tomar a Martina en brazos para ayudar a su amiga. La metió en la cuna, mientras Nina hacía lo mismo con Sofia.

—Buenas noches, preciosas, que sueñen con los angelitos. Las quiero mucho —les dijo Nina apagando la lamparita y saliendo de la habitación.

—Son una maravilla —le dijo Luna a Nina ya en el pasillo.

—Ya lo sé —repuso Nina con orgullo materno.

—Y tú eres muy buena con ellas.

—Aún estoy aprendiendo, pero mejoro un poco cada día.

Ya habían hecho sus tratamientos de belleza, incluidas unas limpiezas, exfoliación, mascarillas y otros cosas que habían hecho las delicias de las pequeñas. Nina y Luna habían dejado las manicuras y pedicura para el final para que las niñas no tocaran el esmalte de uñas.

—Vamos por más té helado y galletas antes de pintarnos las uñas —sugirió Nina.

Luna la siguió hasta la cocina.

—¿Quién te iba a decir seis meses atrás que ibas a casarte y a adoptar a dos niñas?

—Ya lo sé, todo es muy extraño. Mi vida ha cambiado radicalmente en muy poco tiempo, ha dado un giro de ciento ochenta grados.

—¿Lo llevas bien? ¿No tienes miedo ahora que se acerca el día en el que lo formalizarán todo de alguna manera?

Nina hizo una mueca, como si sintiese mal al decir lo que iba a decirle.

—La verdad es que no, lo siento.

Luna sabía por qué se disculpaba Nina, pero ésta lo aclaró de todas formas.

—Pero sólo porque yo no tenga dudas no quiere decir que tú no estuvieras acertada al tenerlas. De hecho, ahora que paso por ello me doy cuenta de que hiciste bien las dos veces. Yo no tengo ninguna duda y me muero de ganas de ser la mujer de Gastón.

—¿Y el hecho de que vas a pasar toda tu vida con él, cada día?

—Me da una sensación de paz y felicidad que me dice que todo esto es lo que tenemos que hacer. Que hemos acertado.

—Estoy muy contenta por ti —admitió Luna.

Tomaron sus vasos de té y una caja de galletas y fueron hasta el salón.

—Parece que te estás adaptando muy bien a este pueblo —le comentó Luna—. Me sorprendió ver cuántas amigas tienes ya y lo cómodas que estaban ayer en la fiesta. Te trataban como si te conocieran de toda la vida.

—Sí, me han acogido muy bien, la verdad. Es como si volviera a casa.

Se sentaron en el sofá y Nina tomó la caja con todo lo necesario para la manicura.

—Anoche estaba un poco bebida —admitió ella de repente—. Y se me había olvidado preguntártelo hasta ahora, ¿Qué fue todo eso con Yamila Sánchez?

Como Nina no le había comentado nada hasta ese momento, Luna pensaba que su amiga no iba a acordarse de lo que ocurrió.

—¿El qué? —preguntó ella fingiendo ignorancia.

—Eso de que yo no establezco citas a ciegas —explicó Nina—. Y la mentira que contaste sobre que te había organizado una horrible. No te gustaba la idea de que Yam saliese con Matteo, ¿Eh?

Nina la conocía demasiado bien, pero Luna no iba a confesar tan fácilmente.

—Matteo me contó que lo ha estado acosando desde que se mudó a Northbridge y que no le gusta.

—No tenía ni idea.

—Pregúntaselo tú misma si no me crees —respondió Luna a la defensiva.

No creía que fuera inteligente decirle la verdad, lo que empezaba a sentir por él. Sabía que Nina intentaría convencerla para que le diera una oportunidad y no quería que eso ocurriese. Pero Nina no parecía dejarse convencer tan fácilmente.

—Bueno, a lo mejor no le gusta Yam —dijo—. Pero me dio la impresión de que tú no querías que estuviesen juntos. Parecías celosa.

—¿Yo? ¿Por qué iba a estar celosa? Sólo hace unos días que lo conozco. No significa nada para mí. Además, ya sabes que me estoy tomando un descanso de hombres y que no quiero salir con nadie. Encima, vivimos en distintos estados y lo más seguro es que no lo vuelva a ver después de la boda. Y...

—Y parece que tienes muchas razones preparadas. Has pensado mucho en ello.

—Bueno, todas son razones obvias. No he tenido que pensar, se me acaban de ocurrir.

—Ya... Después de cómo actuaste con Yam me fijé más en ti y en Matteo, cuando llegó a la fiesta. Él fue directamente hacia ti, en cuanto entró en la casa, y no se separó ni un minuto.

—Porque le estaba ayudando a mantener a Yamila a distancia. Él me pidió que lo hiciera. Me debe un favor.

—Sí, claro... También me he dado cuenta de que cambias de cara cuando está él.

—¡No es verdad!

—Sí que lo es. Sonríes, te ríes y ni siquiera eres consciente de que hay más gente en la misma habitación. Y a él le pasa igual contigo.

Luna puso los ojos en blanco.

—Te lo estás imaginando todo. Tú misma acabas de confesar que estabas un poco borracha.

—Sí, pero no tanto —dijo mientras comenzaba a pintarse las uñas—. Entonces, ¿No quieres saber cosas de su vida?

Luna sabía que tenía que fingir desinterés si quería seguir adelante con su fachada de indiferencia hacia él. Pero ahora que su amiga se había ofrecido, era difícil no tragar el anzuelo.

Regalo De Bodas › Lutteo {Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora