Las flores marchitan cada vez que se ven. No quedan fuerzas para seguir ahí.
El riachuelo se queda sin agua por culpa de la roca tan inmensa que es imposible de mover. Una roca que a la vez es delicada pero fuerte. Esta clavada en lo más profundo de un solo corazón. El corazón de al lado se encuentra inmerso en la duda.
Por este sentimiento las hojas se secan, se desprenden. Ya no tienen fuerzas para agarrarse a lo que un día se sujetaron.
Ya no quieren...
Están cansadas...
....