Capítulo 17: El Nuevo Ritual

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Luego de que el hombre gato se llevara a Giovanna y a Angie se encendieron las luces, todos estaban desconcertados, Layla estaba muy asustada en un rincón son sus manos en la cabeza.

-maldición, maldición, maldición. Decía Gerardo mientras movía la cabeza de hacia los lados.

-ahora si estamos jodidos, muy jodidos. Dijo Jaime mientras se ponía las manos en la cintura.

Gerardo se sentó y se quedó muy pensativo, cerraba los ojos, y en su cara se veía una gran desesperación, rabia e impotencia. Layla se levantó y salió de la habitación.

-hey, espera. Le dijo Jaime

Ella tomó sus cosas y salió de la casa y se fue corriendo.

-se fue. Dijo Jaime mientras la veía alejarse por la ventana

-déjala Jaime, ya regresará. Dijo Gerardo muy serio

-y ahora ¿qué hacemos? Le preguntó

-no lo sé. Le respondió emitiendo un profundo suspiro

-oye tranquilo, aun no es el fin, aún podemos hacer algo. Le dijo Jaime

-que propones Jaime, el sistro ya no funciona. Le dijo mientras lo sostenía en sus manos.

-¿recuerdas esa historia que nos contó Sindy? la de la diosa Bastet. Le preguntó

-sí, la recuerdo.

-entonces ya está, lo único que podemos hacer es lo que intentamos aquella vez que no funcionó. Le dijo algo entusiasmado

-es cierto, aun no todo está perdido. Le dijo Gerardo

-así es, le daremos su merecido a ese maldito de una vez. Le dijo Jaime

-sí, además me imagino que se las llevó a ese lugar oscuro, y yo ya he estado allí así que supongo que puedo volver y rescatarlas. Le dijo mientras se levantaba

-así es, esa voz me agrada preparemos todo y hagámoslo. Le dijo Jaime dándole la mano.

-sí, ya basta de no hacer nada, se en donde lo haremos. Le dijo

-¿en dónde? le preguntó

-en la casa que explotó aquella vez, allí lo haremos. Le dijo

-perfecto. Dijo Jaime

A la mañana siguiente desde muy temprano consiguieron una gran cantidad de cerveza, alcohol y vino, además de litros y litros de sangre de animal, también consiguieron muchos espejos, y sin perder más tiempo se dirigieron a ese lugar.

Mientras tanto el taxidermista Mario acababa de abrir su tienda, en la que tenía muchos animales disecados, era un hombre de 52 años que llevaba ya mucho tiempo en ese negocio. Entre los animales que tenía eran cabras, gatos, conejos, ratas, perros, aves, ardillas y hasta cabezas de toros.

Estaba en su taller, disecando una extraña figura con cuerpo de persona pero con cabeza de gato, que tenía los ojos color verde, al parecer alguien le había pedido disecar la cabeza de su gato, pero le pidió que le pusiera un cuerpo hecho con pieles de otros animales, él amaba su trabajo, para él era un arte y le apasionaba mucho hacerlo, así que de vez en cuando hacia este tipo de figuras combinadas que se salían un poco del contexto de lo que tradicionalmente hacía.

Tenía un tamaño de un metro con setenta centímetros aproximadamente, y ya tenía formado el cuerpo, el cual tenía manos y pies largas, ya solo estaba trabajando en la cabeza con aguja e hilo. Los ojos de este gato eran muy grandes y profundos. Estaba afinando algunos detalles con su pelaje. Pero de pronto tuvo una sensación de frio muy intensa, lo cual le pareció extraño porque allí no entraba corriente de aire, pero seguía trabajando; luego de eso, escuchó el sonido de un cascabel, así que caminó un poco hacia un costado, pensó que se había metido alguien, los ojos de este gato disecado lo seguían a donde se movía, al parecer no era nada, así que siguió trabajando pero había algo raro en su postura, estaba ligeramente con los brazos levantados, mismo que le pareció extraño ya que una vez fijada la posición es imposible que cambie.

El Hombre GatoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora