Esa tarde llegué a mi casa y lloré.
Lloré por lo humillada y avergonzada que me sentía. Nunca pensé que algo asi podría pasarme a mí. Pero así es la vida, viene con cambios y giros inesperados. Y este era uno de ellos.
Me tiré en la cama y traté de recuperarme. Pero simplemente no podía. En esa cama era donde todo había comenzado. Las sábanas aún tenían su perfume. Parecía una ironía del destino porque no podía pensar en otra cosa que no fuese él.Todo el tiempo pensaba en él y en todo lo que pasó entre nosotros. Por mi mente pasaban miles de momentos, recuerdos por más remotos que fueran para mi parecían enormes e importantes.
Recordaba cómo me besaba suavemente, cómo acariciaba mi piel mirándome a lo ojos de forma tan tierna.
Como nuestros cuerpos se entrelazanan uno con el otro en el acto más íntimo que pueden compartir dos seres humanos. Pero no sólo hablo de hacer el amor físicamente, sino que aquella noche nuestras almas se tocaron y se unieron al menos por un instante en la inmensa eternidad.Siempre me dijeron que para enamorarme tenía que perderme y yo me perdí cuando lo conocí. Pero estaba a punto de aprender que después de la caída, viene el impacto.
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No hay edad para el amor. (Completa)
Ficção AdolescenteLlega un momento en tu vida donde te preguntas por qué pasan las cosas, por qué hacemos lo que hacemos, y el por qué de tantas cosas sin sentido. Estaba a punto de cumplir veinte años y sólo tenía miles de preguntas sin ninguna respuesta. Cansada d...