8. ¿Él?

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- A prisa –presiona Alexa a su chofer, no puede darse el lujo de que la dejen, nuevamente, fuera de la reunión, sabe que su padre planea algo en contra suya, pero no ha logrado descifrar qué.

- Demasiado tráfico a esta hora –menciona el hombre, sabiéndola desesperada.

- Carajo... –maldice y se resigna, aún tienen tiempo.

Antes de bajar del auto se mira un poco al espejo, retoca el labial, se ajusta el escote y revisa que su cabello esté perfectamente acomodado, en esa coleta alta que de alguna manera la hace lucir más dominante.

- ¿Ya tienes a mi nueva asistente? –pregunta a Amanda cuando se la encuentra en el elevador.

- Es él...

- ¿Qué? –la mira mal.

- Es un asistente... no tenía tiempo y era el más capacitado –Alexa evita rodar los ojos, los hombres siempre le han parecido bastante inútiles.

- Le doy una semana –le sonríe a Amanda.

- Y yo... tres días, igual ya te debo una cena por la anterior –ríen y Alexa deja el elevador en el piso en que se llevará a cabo la reunión.

Su padre la mira en cuanto entra a la sala de juntas, él siempre es el primero en llegar y ella ha aprendido bien– Buenos días –dice ella.

- Buenos días, tu café está ahí –señala una mesa al costado, algo alejado de la mesa principal y ella se acerca. Lo toma negro, sin rastro de azúcar– despediste a tu asistente, –suelta David padre y ella se limita a asentir– no fue culpa suya, yo no te quería en la junta...

- Lo sé –susurra tranquila y vuelve la mirada a su café–. Hoy es diferente, ¿recibieron mi memo sobre los minutos que deseo me permitan para tratar un tema importante? –Pregunta interesada, no puede soportar demasiado guardando que tiene atado a Jerome para obtener su guía en cuestiones que beneficiaran exponencialmente al consorcio.

- Por supuesto querida, tendrás los minutos que desees al finalizar los temas principales –le sorprende ver a su padre tan extrañamente animado y amable con ella, le preocupa un poco la ironía que cree detectar en esa amabilidad hacia ella.

Poco a poco el resto de la junta se va haciendo presente, mientras Alexa se sirve su segunda taza de café amargo.

Daven entra a la sala, después de cruzarse en el elevador con un par de conocidos, va platicando cómodamente con el hombre que acompaño a David Koch a aquel falso partido de tenis. La sala está invadida de hombres y a un costado la ve, bebiendo en una taza blanca que después queda marcada por sus labios color marrón. No puede evitar la sensación que recorre su cuerpo, mucho menos fijar la mirada en ella y Charles, el hombre con el que charlaba y quien se da cuenta de la dirección de su mirada, no puede evitar pensar– ni lo imagines mi amigo –Daven sigue su camino con la mirada fija en ella y la shockeante sorpresa a flor de piel.

Alexa decide olvidar el delicioso café e incorporarse al resto de la junta, está dando el último sorbo cuando su mirada se cruza con esos ojos marrón verdoso que recuerda perfectamente, su estómago da un vuelco, se atraganta con el café y comienza a toser. Es entonces cuando él se da cuenta de que ha tenido efecto en ella.

- Mierda –piensa Alexa, mientras un par de hombres se acercan para cerciorarse de que está bien y su corazón late a tal velocidad que parece querer abandonar su cuerpo– estoy bien –dice, casi recompuesta por completo, busca de nuevo a Daven y para cuando da con él, éste ya se encuentra sentado en el lugar que le pertenece a su hermano.

Ella toma su lugar, a la izquierda de su padre y también a Daven le sorprende ver el lugar que ocupa, por supuesto que la creyó la chica del café o alguna bella asistente de David Koch.

¿Quién es el jefe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora