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— ¿Cómo te sientes?— Le preguntó Brian, un día.

— ¿Qué eres?¿El Dr. Paulson?

Brian voltea los ojos.

— Vamos, Rog... — dice, pasándole su navaja.

— Dímelo. En palabras "normales".

Roger se queda mirando el cuchillo, caliente y pesado en la palma de su mano, como la seda o la hierba húmeda tras el rocío de la mañana.

— Dímelo.

Roger le da la vuelta a la hoja, presionándola contra el suelo de la casa del árbol.

— Palabras normales... — susurra para sí mismo, mientras intenta recordar como se dice.— ATERRORIZADO.

— Aterrorizado— repite Brian. —¿Porqué?

Roger se encoge de hombros, limpiando las virutas de madera del arma antes de cerrarla y devolvérsela a Brian.

— No sé. Siempre estoy así.

— ¿Porqué?— Repite Brian.— ¿De qué?

Roger se encoge de nuevo.

— De lo que viene. Supongo.

Brian frunce el ceño.

— Eso no es algo a lo que se le tenga que temer.

— ¿Y porqué estoy asustado, entonces?

Brian sonríe con esa media sonrisa pequeña y suave suya.

— Naranja-verde-morado.

Roger suspira, pasando el pulgar sobre el suelo de madera.

— No lo soy. Realmente, no.

— Lo eres. — dice Brian.— Al igual que el algodón naranja, extendido. No saber lo que te espera a la vuelta de la esquina es una de las mejores cosas de la vida, Roger.

— Aterrador— dice Roger, moviendo la cabeza.

— Tal vez un poco— Dice Brian— pero tal vez lo que está a la vuelta de la esquina es lo mejor que te puedas imaginar.

— ¿Y si no lo es?

— ¿Y si lo es?

— ¿Y si no lo es?

Brian se inclina hacia delante, apartando suavemente los dedos de Roger de la madera.

— Pero... ¿y si lo es?— susurra.

•FØREST FIC•//MAYLØRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora