Su cabello castaño claro caía sobre su rostro a medida que ella avanzaba por cada pasillo, Any lo apartaba con sutileza a cada momento. Con sus manos bañadas en sudor y su corazón martilleando tomó su celular, sin pensarlo dos veces escribió:
-Estoy aquí.
Luego de enviar el mensaje caminó hasta uno de los pequeños y alineados muebles de cuero negro, se sentó en aquel de la fila derecha, justo en frente de la puerta principal. El centro comercial estaba vacío, algunos pasillos carecían de luz mientras que otros mostraban un leve reflejo procedente de tiendas preparadas para cerrar. Un buen lugar para una cita, pensó, sin embargo a las once y media de la noche, aunque el cine estuviese disponible, el lugar parecía terrorífico.
Después de horas regañándose a sí misma por haber aceptado tan estúpida invitación, Any decidió prepararse para ese momento. Llevaba apenas meses conociendo a Armando por internet, realmente le agrada, pero tener una cita con alguien que ella no conocía se había vuelto un dilema, como también lo fue el enviarle una foto de ella al mes de sólo hablarle. Su mejor amiga le repetía constantemente que era eso lo que hacían los adolescentes de ahora, después de todo, Any pensó que no había nada de malo en conocer a alguien cercano.
-¿Dónde estás?- Envió nuevamente.
Las luces del gran salón se apagaron, dejándole en completa oscuridad. Any se levantó de golpe, sintiéndose extrañamente acompañada en ese oscuro lugar. Su mano se cerró con fuerza alrededor del celular, sin embargo no intentó alumbrar la estancia. Caminó despacio hacia lo que ella recordaba que era el pasillo hacia las escaleras mecánicas, el miedo comenzaba a invadirle cuando sintió algo pasar a su lado. Era como si una persona estuviera con ella y el que no pudiera verla le resultaba demasiado inquietante. Comenzó a correr con fuerza por el pasillo tratando de apartar el pensamiento de alguien siguiéndola. Al llegar a las escaleras una tenue luz aclaró el lugar, Any volteó a ambos lados mientras inconscientemente llegaba al piso inferior.
-No era nadie, fue idea mía.-Susurró dejando escapar un suspiro.
Su expresión cambió al divisar frente a una tienda a un hombre, no muy viejo, no muy joven. Un chico quizá, de pie en dirección hacia ella. Any no sabía si le miraba, su rostro no se veía y su cuerpo parecía diminuto junto a la gran chaqueta que le cubría. Ella caminó en dirección contraria, haciendo caso omiso de sus nervios que le gritaban que comenzara a correr. Pensó en avisarle a su mamá. Le había dicho que estaría viendo una película con una amiga, sabía que le esperaba unos largos días de castigo, pero valdría la pena si la sacara de aquel lugar lo más pronto posible. Miró la pantalla de inicio del celular buscando el ícono de mensajes, su respiración acelerada mientras caminaba se interrumpió por el estrepitoso sonido del repiqueteo de los tacones de unas botas. Sus labios, secos y temblorosos quedaron cubiertos por una mano pequeña que le oprimía con fuerza. Any, consumida por el miedo sintió sus ojos nublarse de lagrimas y en un vago intento por zafarse rozó la piel de aquel chico, tan fría que no parecía pertenecer a ese lugar, como si se tratase de un iceberg en un desierto, algo realmente imposible. Sus manos tantearon en el aire hasta llegar a su rostro. No tuvo que pensar mucho para acertar su mano con tal fuerza que hizo a su opresor tambalearse, Any corrió tan fuerte como pudo, sin siquiera mirar una sola vez hacia atrás. Corría tan rápido como si sus pies se quemaran al contacto con el suelo.
Al adentrarse en el estacionamiento el lugar estaba mucho más iluminado, bombillas que alumbraban los espacios de cemento para aparcar y una taquilla de pago funcionando con una mujer pelirroja, mirando lo que parecía ser una pantalla de televisión en el interior del pequeño lugar. Corrió hasta la taquilla y sus últimos pasos fueron lentos mientras recuperaba el aliento, su ropa estaba ligeramente arrugada, como si nada le hubiese pasado, como si no estuviera batallando por escapar de alguien a quien temía. Sus manos temblorosas se pasearon por la taquilla mientras ordenaba en su mente una fila de palabras: oscuridad-chico-sin rostro-corrí. Pero era imposible explicar eso sin sentir miedo de ser vigilada, volteó a ambos lados tratando de calmar sus nervios.
-Discul...-Su voz se entrecortó de horror al mirar la mitad del rostro de aquella mujer púrpura y cubierto de... ¿Sangre?
-WOW. ¡Calma chica, calma! Es una máscara, ¡porque falta poco para Halloween!.. Ay, por Dios ¿quieres agua?
-Y... Ahm..Cl-Claro.-Respondió mientras se dejaba caer en el suelo.
Estaba tan confundida. Mientras veía a aquella mujer, pasearse con preocupación en busca de un vaso de agua, Any se sentía completamente abatida. ¿Qué había pasado?, ¿de verdad la estaban persiguiendo, o fue otro truco del Pre-Halloween? ¡Ni siquiera se celebraba Halloween en su país! Sus manos se juntaron en busca de calidez, poco a poco su pulso se normalizó y haber tomado un poco de agua seguro le devolvió el color a su rostro, ya que Bárbara (Como la mujer pelirroja le había dicho que se llamaba.) se mostró mucho más tranquila al observarla.
-Tu mamá está afuera.-Comentó Bárbara sonriendo.- Vaya susto que te he dado muchacha.
Any se limitó a asentir con una ligera sonrisa, demasiado cansada para hablar del tema. Después de musitar un agradecimiento, se sintió tonta por querer pedirle a Bárbara que le acompañara hasta la salida del estacionamiento. Era un espacio amplio, con cámaras y a la vista de la taquilla pero Any ya no podía sentirse segura, no en ese momento.
Casi trotó hasta la salida, en la calle solitaria sus padres se hallaban dentro del auto, a diferencia de su hermano mayor que apoyándose en la puerta le miraba fijamente. Era una mirada de asombro que la forzó a regalar una diminuta sonrisa en señal de que todo estaba bien. Escuchó el sonido de tacones, era un sonido fuerte, se volteó rápidamente y logró reconocerlo, era el mismo chico que en el centro comercial le seguía. Quiso gritar pero se contuvo mientras le miraba, él parecía ajeno a su presencia, caminando por la calle mientras se alejaba tranquilamente.
-¿Estás bien?-Preguntó su hermano mientras le miraba. Any asintió nuevamente mientras caminaba al auto.
Su celular sonó, ella miró que tenía un mensaje nuevo.
-Ya llegué. Me tardé por el tráfico, aun nos quedan diez minutos para la película ¿estás aquí?