Holly

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Yoongi siempre había sido un chico tímido cuando se trataba de conocer gente nueva. No es que él no confiara en sí mismo, sino que la parecía tedioso el tener que conocer a más gente; el asunto de preguntar cosas a alguien más le parecían innecesarios, es decir, ¿Qué caso tenía saber sobre la vida de alguien más?

Sin embargo, tampoco era un marginado social; tenía algunos amigos, los suficientes que podían ser contados con los dedos de una sola mano. Y sí, conocía a más gente, pero no la consideraba parte de su círculo social/afectivo; para él simplemente eran personas con quien interactuó una o dos veces por necesidad, por asuntos de trabajo o algún aspecto no tan importante y necesario de recordar, además, probablemente ni siquiera recordaba sus nombres o rostros.

Pero aunque no solía socializar tanto siquiera con sus amigos. Él en verdad disfrutaba de la compañía de los animales; es por eso que, cuando al fin logró graduarse de la universidad como licenciando en filosofía y letras y consiguió un empleo digno, de una paga mejor que la promedio, decidió adoptar a un pequeño cachorro que encontró en algún parque cerca de donde trabajaba justo cuando regresaba a casa.

Holly había llamado con mucho cariño y emoción al pequeño cachorro el día que lo encontró, hace 16 meses, porque sí, él recordaba exactamente el día que lo encontró, incluso si no recordaba el cumpleaños de su propia madre.

Todo había marchado bien, educar a Holly no fue ningún problema, “es un chico inteligente” solía decir Yoongi. Salían a caminar juntos cada mañana y, aunque a Yoongi no le encantara la idea de caminar y correr varios kilómetros, los recorría feliz por ver la colita moverse de un lado a otro de su pequeño.

Pero un día tranquilo y lluvioso, después de un largo y pesado día de trabajo en la editorial, Yoongi sólo esperaba llegar a su hogar a descansar y relajarse acariciando a su pequeño Holly. El pelinegro esperaba que al abrir la puerta escuchara los adorables ladridos de su pequeño amigo, cómo era costumbre, pero eso no sucedió. Yoongi no sé alarmó, quizá sólo estaba entretenido con alguno de sus juguetes.

Con calma dejó su portafolio en el sofá y comenzó a llamar su amigo, pero había algo raro, la casa estaba en completo silencio, el traste de comida estaba completamente lleno, como si acabase de echar croquetas en él, y no había rastro alguno de Holly.

Yoongi se asustó, creyó lo peor, creyó que Holly se había quedado afuera, en plena lluvia. Corriendo tomó sus llaves decidido a buscar a Holly toda la noche si era necesario, pero algo lo detuvo.

Escuchó un muy leve quejido debajo de la mesita en la sala de estar, ahí estaba Holly. El pequeño perrito de color marrón parecía triste, enfermo más bien. Estaba echado, parpadeando lentamente y quizás había estado así todo el día; pero Yoongi no sé había dado cuenta, porque al estar lloviendo en la mañana no salió a caminar con él como era costumbre y, además, se había levantado tarde para ir a trabajar, así que apenas llenó el traste de agua y comida para su pequeño, lo acarició rápidamente, pensando que estaba dormido y se fue sin decir más.

Preocupado llamó a su amigo Taehyung en busca de algún veterinario de 24 horas, porque ya era pasada la media noche y no quería esperar a la mañana para llevar a su perrito con el veterinario de siempre, además Taehyung también tenía un pequeño y adorable cachorro que cuidaba con sumo cariño.

Yoongi era muy cuidadoso y minucioso cuando se trataba del cuidado de su mascota, así que primero solía preguntar a varias personas por el veterinario, para saber si era bueno o no en realidad, pero esta vez no tenía tiempo que perder, por lo que simplemente revisó foto de la tarjeta que Tae le había enviado y, para su sorpresa, ahí estaba la cuenta de instagram del veterinario, así que rápidamente la stalkeó.

PETS'HOPE - SOPE/YOONSEOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora