Capítulo 13

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Cuando todos mis amigos entran en el comedor, yo ya llevo un buen rato esperándoles, sentada en la mesa en la que nos solemos sentar siempre, con los platos del día de hoy para que ya ninguno tenga que esperar ninguna cola.

Dylan se sienta a mi derecha, y Lucas hace intención de sentarse a mi izquierda, pero con un rápido movimiento, su novia se adelanta y se sienta entre ambos.

"Dios mio que asco me da esta chica" (pero que quede entre nosotros).

—¿Tú también has estado en la tortura? —le pregunto a Dylan.

—Todos hemos estado en la tortura —interviene Adrian—. Todos menos tú.

Me controlo un segundito para no soltarle un puñetazo a Adrian en toda la cara delante de todos, porque hoy se lo esta ganando a pulso, y al final consigo aguantar y mantener mi sonrisa en la cara.

—¿Y? —pregunto para incitarles a hablar—. ¿Ha dicho algo?

—Digamos que sigue repitiendo lo mismo... —responde Jeannine indiferente.

—Que es inocente y eso —continua Adrian.

Yo no hago ningún comentario, pero noto, que ha mi lado, Dylan, se remueve incomodo, y cuando le lanzo una mirada, veo que pone los ojos en blanco.

—A lo mejor, realmente está diciendo la verdad.

Le miro, porque parece que ambos queremos lo mismo, pero parecemos los únicos que deseamos que eso sea real.

—No se que deciros, me parece muy raro lo suyo —empieza Lucas—, pues como bien nos dijisteis —se refiere a Adrián y a mí—, hace unos días hasta él decía que era el culpable, pero en las torturas dice que no, no dice lo mismo —se caya un segundo y deja que los demás reflexionemos—. Eso es completamente ilógico, o está jugando con nosotros o hasta él ha perdido esperanzas de todo.

Tiene razón con lo que dice, actúa de manera extraña, pero eso no es lo que yo quiero oír ahora mismo, sino que yo quiero que digan otra cosa, algo con lo que posiblemente todavía no estén muy de acuerdo, pero con lo que al final van a tener que estarlo, porque sigo diciendo que es nuestro salvoconducto.

—¿Vais a dejar que venga?

Sus miradas se endurecen y bajan a los platos de comida, después se dedican miradas entre todos y mantienen una conversación silenciosa de l que tan sólo ellos conocen la respuesta final, pero al final me hacen llegar el mensaje a través de Adrian:

—Se supone que él es nuestro salvoconducto, ¿no? —asiento con la cabeza—. Pues entonces creo que no podemos discutir mucho, por mucho que esté en contra de él, prefiero tener mi culo asegurado, y si él me lo asegura, vendrá.

¡Bien!

Intento ocultar mi satisfacción asintiendo neutramente, e intentando no mostrar muchas emociones por los ojos.

Seguimos comiendo centrados en nuestros platos, y yo voy a un paso más lento de lo normal para esperar a que la gente empiece a abandonar el comedor y nos dejen a nosotros solos.

—Vamos Rose —me apremia Aris cuando sale la última persona—. Estamos solos.

—Mejor.

Es lo único que respondo y consigo acaparar todas las miradas en cuestión de segundos.

Me imagino que ya todos tienen una idea de lo que tengo en mente para decirles, pero en realidad, no tienen ni pajorera idea de lo que les voy a decir.

—Hay un cambio de planes.

Sus ojos se abren todavía más y parece que ninguno de los presentes se lo puede creer.

—Pero si ya teníamos plan —salta Jeannine.

—Esa es —interviene Arlett para estar claramente en mi contra—, ya teníamos algo pensado, no podemos cambiarlo a última hora.

—No podemos hacer cambios así como así, eso tenemos que comentarlo entre todos —continua Megan—. No siempre tienes que tomar tu las decisiones.

Megan se está yendo por otro tema que debimos dejar bien atrás en la arena pero parece que ese tema tampoco le hace mucha gracia a los demás.

—Esa es —vuelve a hablar Arlett, que no siquiera sabe de qué va la cosa—, nadie te ha nombrado líder.

Después de este comentario se hace un largo silencio, y nos damos cuenta de que hemos estado levantando la voz de modo que el siguiente que habla, que es Lucas, lo hace en voz baja:

—Aquí dentro, no es como fuera, Arlett —empieza—, aquí ella es líder, aquí Adrián es líder, aquí Jeannine es líder, aquí Megan es líder, aquí todos los que han sobrevivido a los juegos son líderes. ¿Tu has estado en ellos? —parece que Lucas si que está molesto—. Aquí todos toman decisiones, y me da a mi que ella no ha venido a imponernos la suya, sino que tan sólo ha venido a mostrarnosla, así que, qué tal si la dejamos hablar.

Guau, bonito discurso.

Respiro hondo cuando veo todas las miradas sobre mí.

—A ver, voy a empezar diciendoos, que tan solo creo que este plan está mejor, porque el otro tenía muchos cabos sueltos. A parte, tampoco a sido con tan poca antelación, ni que nos fuésemos mañana —hago una pausa y miro a Jeannine—. Tu madre no se va hasta dentro de un mes, o más —yo lo dejo en el aire para que se den cuenta de que había un problema en el tiempo—. Mi plan, haría que pudiésemos salir la próxima semana, o incluso mañana, es más rápido. A parte, también tendríamos la certeza de que no habría absolutamente nadie en la parte superior del distrito, por lo cual no tendríamos que preocuparnos por salir a escondidas.

Parece que lo que les digo les empieza a interesar todavía más, y parece que sus miradas clavadas en mi, indican que empiezan a estar muy interesados en la idea.

—Y que se supone que vas a hacer para conseguir que eso ocurra —claramente tenía que preguntar Arlett con la voz más irritante que puede.

Pero en un principio paso de ella, me permito unos minutos para mirar las caras de los demás y comprobar que siguen con completo interés en el cambio.

—Diciendo la verdad, yo no voy a hacer nada —hago una pausa para que lo escuchen bien—, absolutamente nada.

Se hace un silencio en la sala. Un silencio de esos que surgen al final de los grandes discursos, y que más tarde es interrumpido por una ola de aplausos que viene del expectacular público, pero en este caso, en vez de tener aplausos, lo que recibo es la irritante risa de Arlett, la cual es acallada por un cosa o de Lucas.

—Para conseguirlo, solo tendría que hacer una pequeña llamada, una llamda aliada que podría crear el caos justo y perfecto.

Ahora se vuelve a crear ese mismo silencio, pero tampoco es aplaudido ni es interrumpido por risas, sino que está vez el que habla es Adrián, y se nota que los demás tienen la misma opinión que él:

—Cuéntanos los detalles.

LOS JUEGOS DEL HAMBRE: Cenizas [2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora