FLAHSBACK
Era un viernes común y corriente, por lo tanto me desperté gracias a una luz.
Como no, olvidé cerrar las persianas anoche.
Malhumorada salí de mi cómoda y calentita cama para dirigirme hacia mi baño, entré y cuando encendí el interruptor me encontré con un muerto en el espejo.
— ¡Ay Dios Mío! ¡Qué susto! —dije llevándome una mano al pecho.
Hay días en los que me sentía "No tan agraciada".
Casi la mayor parte del tiempo.
Y había otros.
Muy pocos cabe destacar.
En los que me encontraba en paz con mi físico, no me interesaba oír lo que mis compañeros tuvieran que decirme, de cualquier manera nunca era nada bueno pero hoy no era un día así.
Mejor dicho entonces me veía y me sentía, sin lugar a dudas, como un monstruo.
Mi cabello estaba hecho una jungla, mis ojos llenos de lagañas aun seguían cerrándose, mi rostro tenía una mueca de fastidio plasmada que me hacía refunfuñar.
No debí de acostarme tan tarde.
En mi defensa no estaba cansada, el tiempo que dormía fuera mucho o poco era suficiente para mí, la fatiga no me agobiaba.
Aun así, sabía que no era saludable dormir menos de diez horas diarias al día, y buscaba hacer lo posible para seguir ese consejo; solo que en gran parte de las ocasiones yo misma me engañaba pensando que sería la última vez.
Mi garganta estaba seca y tenía mal aliento; desde aquí podía ver que ese día sería uno pésimo.
Más molesta que antes me dirigí hacia el lavamanos, me lavé la cara y cepillé mis dientes, procedí a quitarme mi pijama para entrar a la ducha. Dentro tomé el jabón líquido y lo restregué en mi cuerpo, luego me lavé el cabello.
Cuando terminé tomé dos toallas, una para mí cuerpo y otra para mí cabello.
Salí y me unté crema en mis piernas y brazos, no tardé mucho en elegir la ropa que llevaría.
Me consideraba una chica la cual sabía que si bien el aspecto exterior era de suma importancia para establecer relaciones, no perdía tiempo buscando impactar a los demás con lo que usaba.
La escuela era eso, un lugar destinado a adquirir información relevante e inculcar valores; según nuestra directora.
Aunque no estaba de acuerdo con lo último, los valores se inculcaban primordialmente era en el hogar, y si salían de allí con problemas la escuela no podría hacer muchos en esos casos, todo comenzaba y todo terminaba en casa.
Me quité la toalla de mi cabello, procedí a cepillarlo y secarlo para hacerle luego una cebolla.
Bajé a la cocina donde me encontré a mis padres y a Denisse desayunando panqueques, al verme llegar esta me saludó feliz:
— Hola Jo ¿Quieres panqueques?
— Si por favor y gracias —murmuré mientras que le daba un beso de "buenos días" a mis padres.
— Adivina ¿Qué día es hoy? —canturreó y al ver mi cara de desconcierto agregó—. Es día de entrega de notas, lástima que ya me gradué pero aún así siguen siendo mis días favoritos.
— ¿Por qué? —Pregunté mientras le echaba miel a los panqueques.
— ¿Por qué? ¿Cómo que por qué? Vacaciones... Navidad... ¡Las vacaciones de invierno! ¿Significa algo para ti? —preguntó un poco desanimada, aún así llevándose un trozo de panqueque a la boca.
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Queremos que nos quieras, Jo.
Подростковая литератураJosephine Livingston (llamada Jo para los cercanos) tiene una misión muy importante en sus manos: Graduarse del Instituto Roosevelt y no morir en el intento por una crisis nerviosa. Para eso debe seguir estos sencillos pasos: • No llamar la atención...