Capítulo 3.

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Cogí el teléfono, hablando inglés como desde que había llegado.

-¿Hola?-Contesté extrañada, el único número de Alemania conocido que podía ser era el de Gi, pero acababa de estar con ella en el trabajo. No podía ser.

-Hey, hola. Soy Mario...ya sabes...el de antes...-Parecía nervioso.

-Sí, me acuerdo.-Reí.-Ha sido esta mañana.-

-Claro, acabo de salir del entrenamiento y quería saber si podríamos ir a tomar un café.-Preguntó Mario, lo que me sorprendió bastante ya que había visto en revistas y redes sociales que tenía novia.

-Eehh...claro, ¿por qué no? No tengo nada que hacer y como has dicho antes, eres la única persona que conozco en Alemania.-Contesten un poco nerviosa.

-Genial, dime dónde éstas y te paso a buscar.-Dijo Mario. No me lo podía creer, estaba quedando conmigo. Estaba acostumbrada a tratar con futbolistas famosos pero Mario parecía diferente.

-Estoy saliendo del trabajo. Pero la verdad es que no sé muy bien dónde estoy.-Dije confusa mirando hacia los lados para intentar identificar algo para saber donde me encontraba. Oí la risa de Mario al otro lado del teléfono.

-Bueno describeme más o menos lo que ves y así puedo ir.-Decía Mario, seguro que se estaba riendo.

Después de intentar describir el lugar en el que estaba, Mario consiguió localizarme y estuve esperando a que llegara unos cinco minutos.

Apareció con un lujoso todoterreno negro y me dijo que subiera.

Me monté en el asiento del copiloto, el interior del coche era de cuero marrón. Igual de lujoso por dentro que por fuera.

-Es la segunda vez que te ayudo a no perderte en un día, no se que harías sin mí.-Dijo Mario sonriendo con satisfacción.

-Yo no te pedí ayuda ninguna vez, tu insististe siempre.-Contesté yo.

-No podía dejar que te perdieses, soy la única persona que conoces aquí.-Dijo guiñandome un ojo.

-Pues ahora ya no, conozco a gente del trabajo.-Dije sacando la lengua. Él río.

-Igual de orgullosa que esta mañana.-

-¿A dónde vamos?-Dije ignorando su comentario.

-A una cafetería no muy cerca de aquí, en la que no suele haber mucha gente, y ya están acostumbrados a que vaya.-Contestó Mario, que ya no vestía la ropa de entrenamiento. ahora llevaba unos vaqueros negros y una sudadera azul con unos nike.

Al poco, Mario aparcó enfrente de una cafetería con un nombre muy raro y largo en alemán.

Bajó del coche y me abrió la puerta para que saliera. Todo un caballero, pensé.

Entramos al establecimiento, estaba decorado al estilo alemán y tirolés típico. Me encantó como estaba decorado aquel lugar.

Mario me guió hasta una mesa al fondo, junto a la ventana, nos sentamos y le pidió algo a la camarera en alemán. La camarera iba vestida de tirolesa, como los trajes típicos de la fiesta de la cerveza y sonreía a Mario como una boba mientras que a mí me fulminaba con la mirada.

La camarera se marchó con los pedidos apuntados en una hoja.

-¿Cuánto tiempo llevas en Alemania?-Preguntó Mario que me miraba fijamente.

-Dos días, por eso todavía no he tenido tiempo de conocer la ciudad.-

-Ahora todo encaja.-Dijo sonriendo. Me di cuenta de que toda la gente del lugar tenía sus ojos puestos en nosotros, no me había sentido tan observada en mi vida.

Ni contigo, ni sin ti. (Mario Götze)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora