VIII

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Luego de que separaran a YoonGi y a JiMin habían llevado al demonio de vuelta al infierno, en donde le propinaron tantos golpes que se sorprendía de seguir con vida.

  Habían llegado a un acuerdo con los ángeles, iban a esperar determinar la sentencia de JiMin para marcar la suya.

  En todo ese tiempo YoonGi sólo deseaba que JiMin les mintiera, que dijera que él lo obligó a hacer todo. Que buscara la manera de salvarse, que pusiera toda esa carga sobre sus hombros. Él quería ser castigado, con tal que JiMin estuviera bien.

  Pero eso no fue lo que pasó. JiMin había dicho todo, y más que eso, había desafiado a todo el coro de ángeles. TaeMin llegó poco tiempo después y lo llevó arrastrado por todo el lugar, con otro demonio detrás de él cuidando su espalda.

  Para cuando vió al arcángel apenas pudo hablar. La culpa lo estaba invadiendo, el arrepentimiento recorriendo su cuerpo. A pesar de las palabras del arcángel, él sabía que era el único culpable de todo eso.

  Él era el culpable de la muerte de JiMin.

  El culpable de todo lo que le había pasado, a un ser inocente que sólo quiso ayudarlo.

  ¿Para qué? ¿para que el arcángel haya desperdiciado su propia vida en una basura como él?

  JiMin había visto en él algo que ni siquiera él mismo conocía.

  Luego de la muerte del arcángel YoonGi sólo esperaba impaciente de su propio juicio. Al demonio ya no le interesaba vivir una vida en la que no tuviera al arcángel. ¿Qué sentido tenía vivir si su razón ya no estaba?

  Seguir viviendo hasta ese punto seria el peor castigo que podría tener. Cargando con el sentimiento de culpa por el resto de sus días que no lo dejaría en paz.

  Si tan sólo hubiera una forma de deshacer todo, de volver a ver al arcángel una vez más y darle la oportunidad de vivir. Incluso si tuviera que dar su vida, JiMin merecía vivir.

  Él había llegado y como un huracán lo arrasó todo.

  Si hubiera una forma.

  Observaba su celda sin expresión alguna, su vista perdida apenas enfocada en la pared frente a él. Pensando en todo el tiempo desperdiciado.

  YoonGi iba a morir, estaba seguro de eso. Era imposible que lo dejaran vivir luego de todo lo que hizo, e iba a aceptarlo sin protestas.

  Afuera de su celda comenzaron a escucharse gritos, abrió sus ojos cuando frente a él se asomaron las figuras de JungKook y TaeHyung. Ambos con expresiones serias mirándolo desde la entrada.

   —¿Te vas a quedar ahí todo el día o piensas escapar?

  YoonGi no respondió, mirando como si estuviera muerto a las figuras de los demonios frente a él. JungKook mostrando una mueca molesta mientras TaeHyung vigilaba la puerta.

   —Maldita sea, YoonGi. No te imaginas lo difícil que fue llegar hasta aquí. Así que será mejor que te levantes de ahí ahora mismo.

   —¿Para qué? —preguntó mirando al castaño azabache— JiMin ya no está, no vale nada.

  TaeHyung, cansado de aquella escena negativa del pelinegro, se acercó tomándolo del cuello amenazante.

   —Escucha, amigo, Asmodeo y yo hemos arriesgado mucho por venir a buscarte. Así que si no quieres morir antes de tiempo te conviene irte ahora. Pues ni el mismo Abraxas podrá detenerme.

  YoonGi ignoró la amenaza en sus palabras al escuchar el nombre del dios en los labios del contrario, recordando la conversación que había tenido con JiMin.

Divina Peccatum──⋙YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora