Cómo fallar épicamente, por Akutagawa Ryunosuke.

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Akutagawa lo estuvo pensando mucho y cree que al fin ha llegado el momento de pedirle una cita a su eterno enamorado, Atsushi.

No es como si ya no estuvieran saliendo de forma oficial o que el chico no lo supiera —porque Akutagawa sí sabe perfectamente que están saliendo—. Es solo que todos sus encuentros se han dado en la escuela y ninguno posee una connotación romántica para su pesar.

Viéndolo mejor y con la cabeza fría, se daría cuenta que a lo mucho eran conocidos por tener amigos en común. Sus conversaciones no pasaban más allá de un saludo amigable, un silencio incómodo porque hay bastante que desconocen del otro así que ninguno se atreve a hablar primero y una despedida a secas.

¡Pero lo intenta, todos los días!

Odia admitir que es incapaz de mirar a los ojos de Atsushi y dialogar con normalidad. Es una de dos: o lo mira directamente y dice incoherencia tras incoherencia, o habla con fluidez mirando hacia otro lado, casi como si lo estuviera ignorando. Por eso siempre se crean las malditas y tediosas pausas incomodas que desencadenan en malos entendidos.

Igual a la vez que, por evitar cruzarse al albino y sus amigos en el pasillo, terminó jalando a una chica rubia junto a él para simular una conversación hacia la habitación más cercana: el armario del conserje. De ahí, la chica —cuyo nombre descubrió era Higuchi— comenzó a seguirlo y se formaron rumores acerca de que era su novia. No le importaba la opinión de la gente, sin embargo, cuando vio que la noticia llegó a los oídos de Atsushi, se aseguró de comentar casualmente a Chūya que estaba soltero. De esa forma lo sabría Dazai y, en consecuencia, Atsushi.

Tampoco puede echarle la culpa a la timidez porque no es una persona vergonzosa, no mucho. El problema radica en la deslumbrante presencia del chico, pues en cuanto escucha su voz y lo siente cerca, el aire se le corta impidiendo que el oxígeno llegue a su cerebro.

Qué horrible es estar enamorado.

Su hermana menor le ha brindado un par de consejos. Concuerda que ya es hora de armarse de valor y hacer la invitación a una salida casual, afirma que no existen suficientes razones para temer al rechazo e incluso le regañó por sugerir que se ponga su ropa y finja ser él para no tener que vivir el bochorno.

—¿Entonces para qué somos hermanos casi idénticos si no nos vamos a hacer esa clase de favores? —reclamó molesto.

Gin rodó los ojos, su hermano a veces exageraba demasiado las cosas.

—Sé un hombre, Ryunosuke. Estoy segura que Atsushi-san no se negará.

El gesto de duda se expande al igual que sus inseguridades, mas decide seguir los sabios consejos de Gin, no por nada ella tiene pareja desde mucho antes que él —aún no determina cómo sentirse al respecto—.

Así que, mientras el profesor Hirotsu terminaba de dar sus últimos alcances para el proyecto que deben presentar el miércoles, Akutagawa pensaba en posibles lugares adecuados para una primera cita. Su sueldo de estudiante, que consiste en las miserias de propina diaria, no le permite abarcar un terreno muy costoso por lo que opta sea un sitio sencillo.

Algo normal como un parque, comer helado dando una caminata, si pide prestado dinero tal vez el cine.

—Oi, Akutagawa, ¿ya decidiste dónde llevarás a Atsushi? —sintiendo la voz de Chūya tras su oreja, reaccionó de improvisto lanzándole un lapicero—. ¡Auch! ¡¿Qué te pasa?! ¡Casi me da en el ojo!

—A la próxima no me tome de sorpresa.

—Tsk, como sea —dejó pasar su molestia inicial y apoyó su codo sobre la carpeta dejando caer el mentón en su mano—. ¿Y? ¿Vas a responder mi pregunta o vas a lanzarme tu libro?

Sé mi caballo【Shin Soukoku】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora