...a tu lado

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Es una especial que escribí para el día del libro y San Jorge. La verdad es que en cuanto pienso en libros y rosas esta pareja siempre es la primera en venir a mi mente n.n

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Un castaño de apenas 20 años se encontraba en su preciado santuario, sentado en un cómodo sillón de cuero marrón, leía entretenido pasando sus orbes zafiro por cada página de forma minuciosa. Todo estaba en silencio permitiéndole concentrarse a gusto bebiendo de tanto en tanto de la taza que contenía su elixir de vida, su amado e irreemplazable café.

O al menos era la atmósfera que él ansiaba conseguir cosa que su teléfono parecía querer evitar sonando cada pocos segundos de forma insistente. Y no era solo el de su casa sino que su móvil tampoco había dejado de sonar en toda la mañana. A duras penas eran las diez y él sentía que no aguantaría así todo el día. Se le quitaban las ganas de vivir cada vez que oía ese molesto ruido.

Después de tres horas, dado que el maldito aparato comenzó a molestar a las siete de la mañana, su cabeza y paciencia no podían más. Enfadado a más no poder desconectó la linea y bloqueó el número en su móvil para evitar que volvieran a llamar. Sabiendo perfectamente quien era la molesta persona que no le dejaba descansar en su tan ansiado día libre.

En serio que prefería mil veces ser víctima de un veneno mortal a tener que lidiar con aquella mujer. Esta era incluso peor que su progenitora cuando se lo proponía y ese día parecía ser que aquella era su intención, por lo que se había encerrado en su amada biblioteca queriendo pasar el día rodeado de la infinidad de libros de misterio que esta almacenaba.

Se había incluso asegurado de cerrar todas las puertas y ventanas para evitar cualquier visita indeseada que perturbara su descanso, pero incluso en los confines de su precioso refugio seguía oyendo el molesto sonido de los aparatos al sonar. Es por ello que no le quedó otra opción que la anterior.

Sabía que el móvil no podía apagarlo, no si le llamaban de la comisaría por un caso, pero al menos había evitado que ella siguiera insistiendo, así que al menos había conseguido deshacerse de un problema.

Con un mejor humor continuó con su lectura y su almuerzo, bebiendo de tanto en tanto. Fue en uno de esos momentos en que casi se atraganta del susto que le produjo un enorme estruendo. Abrió los ojos con sorpresa cuando vio como su amada puerta de roble, impecablemente cuidado, se desplomaba de un sonoro golpe contra el suelo.

Entre el polvo que levantó el pesado objeto al impactar una joven de cabello castaño claro y corto le miraba con furia palpable en los ojos color pizarra.

-¡¿Se puede saber por qué demonios no respondes al teléfono?!- reclamó ella exaltada.

-¡¿Cual es tu maldito problema?! ¡No puedes entrar así en casa ajena!- gritó él una vez se recuperó de la estupefacción que toda aquella situación le había producido.

-¡Si hubieras atendido cuando llamé esto no habría pasado!- respondió ella cruzándose de brazos.

-¡¿Y no pensaste que si no lo hacía era por que no quería ser molestado?! ¡¿Qué demonio tienes en la cabeza?!- habló furibundo sintiendo su piel erizarse de la furia que le embargaba. Ella encarnó una ceja, impasible ante el evidente enfado del joven frente suyo.

-Te dejé bien claro que hoy me acompañaría quisieras o no, pero al ver tu comportamiento tan testarudo no me dejaste más opción que llevarte a la fuerza.- explicó como si aquello fuese lo más obvio al tiempo en que inspeccionaba sus uñas con indiferencia.

-Eso... sigue sin ser motivo para destrozar las puertas de mi casa.- gruñó sobándose la sien cansado por lo ilógico en el razonamiento de la castaña.

Entre rosas y librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora