Capítulo 12 - FINAL

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Misaki no podía hablar. Estaba paralizado.

Era como si le hubiesen quitado algo en su interior que le mantenía vivo. Aquello que le hacía sonreír y seguir adelante.

Kusanagi se presentó en el piso poco después. Intentó explicarle que había pasado, como se había producido la explosión en la que se había visto envuelto, y el porqué de que Saru estuviese en ese momento debatiéndose entre la vida y la muerte... pero Misaki no escuchó nada de lo que le dijo. Kusanagi se fijó en su mirada y se dio cuenta de que había perdido hasta el brillo en los ojos.

Le abrazó, cosa inusual en él, e intentó consolarle, pero no fue fácil. Misaki, en un principio, rechazó su abrazo. Pero Kusanagi fue más tozudo que él, y le obligó, sin hacer demasiada fuerza, a apoyar la cabeza en su hombro. Porque, al final, Kusanagi le conocía lo suficiente como para saber de sobras que Misaki necesitaba ese abrazo.

Y no se equivocó. Cuando cesó en su intento de deshacerse de ese abrazo, Misaki sintió un fuerte pinchazo al corazón y un nudo en la garganta. Las lágrimas y un fuerte llanto no tardaron ni un segundo en aparecer. Se agarró a Kusanagi con fuerza, necesitaba algo o alguien a lo que aferrarse, mientras ya estaba sumergido en un llanto incontrolable.

A Misaki le tomó horas para calmarse. Y, aun así, cuando se separó de su abrazo aun tenía una gran cantidad de lágrimas acumuladas en sus ojos. Sentía un dolor intenso taladrándole la cabeza y el cuerpo le temblaba. Kusanagi no supo qué decirle, no había palabras que pudieran aliviarle el dolor que sentía. Por eso, pensó que lo mejor sería enfrentarse a ello. Suspiró y le tomó del brazo con mucha suavidad, considerando que estaba débil, y se intentó levantar.

- Vamos al hospital.

Intentó ayudarle a levantarse, pero Misaki perdió el equilibrio en cuanto hizo el más mínimo intento de ponerse en pie. Estaba realmente sin fuerzas.

- No...

Su voz era como un susurro, raspada, y llena de un increíble dolor que haría que cualquier persona, al oírla, sintiera escalofríos.

- No quiero... Verle morir...

Kusanagi no podía contestar. No sabía que decirle. Era de esperar que Misaki estuviera tan destrozado que ya ni podía concebir la idea de que Saru no había muerto todavía. Había perdido por completo la esperanza.

Sin embargo, su tozudez era grande, muy grande. Se sentó delante de él y le puso las manos en los hombros.

- Tu y yo sabemos... - susurró. – Lo duro que es perder a alguien... y más delante de tus ojos... en... tus propios brazos... - hizo una pausa para tragar saliva - Pero créeme que duele mas no poderte despedir de aquella persona.

Misaki notó como se le acrecentaba el nudo que tenía en la garganta al recordarle las dos grandes pérdidas que había tenido que asimilar desde que estaba en HOMRA. Era un recuerdo que le dolía recuperar, tanto que quemaba por dentro.

Pero Kusanagi tenía razón.

Perder a Saru hundiría a Misaki en un pozo negro del cual no podría recuperarse nunca. Pero, si no pudiera despedirse de él, Misaki no se lo perdonaría nunca.

Misaki apretó los dientes, intentando controlar las ganas que tenia de echarse a llorar en ese momento, y asintió sin mirarle. Kusanagi se levantó de nuevo y le ayudó a incorporarse. Se fueron al hospital casi de inmediato.

*****

El camino al hospital fue silencioso.

Misaki miraba por la ventanilla del coche de Kusanagi. No pensaba en nada en concreto. Su mente se había quedado completamente en blanco. Ni siquiera se dio cuenta de los intentos de Kusanagi de iniciar una conversación.

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2019 ⏰

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