Faltaban cinco horas para que el día trece de octubre se hiciera presente. En su departamento, TaeHyung se miraba al espejo del baño aún en pijama. La noche anterior se había acostado temblando de frío y, por más que se había auto medicado, la picazón en la garganta seguía ahí, sumergiéndolo en un dilema sin igual. Horas antes había hablado con JiMin acerca de que se sentía enfermo y que dudaba de ir o no a su fiesta de cumpleaños. "Tómate un paracetamol y duerme. Te llamaré en dos horas más", fue el mensaje que recibió de su amigo, quien fue fiel a su palabra y llamó para despertarlo.
— ¿Salgo o no salgo? —Se preguntaba TaeHyung frente al espejo, en un serio debate que mantenía consigo mismo— ¿Y si no voy y mejor me cuido? Podría empeorar. Además, ¿qué ropa me pongo para salir abrigado sin verme como un abuelo? ¡TaeTae! —se señaló con seriedad—, qué poco amor propio, qué poco love yourself ¿Cómo tan idiota? Si sales vas a tomar, te vas a emborrachar y adiós al paracetamol. Deberías quedarte, tu amigo lo entenderá, bueno no, pero si lo invitas a almorzar durante una semana completa quizá lo logres. Sí, sí, la salud es lo primero, enfermo idiota.
En eso, el celular del pelirrojo vibró sobre el lavamanos y, al ver que era SeokJin preguntando a qué hora llegaría, respondió que iba en camino.
— ¡AAAAGH! ¡Qué mierda! —se regañó a sí mismo ante ese impulso y, por más que quiso retractarse de su decisión, todo fue en vano ante la respuesta animada de su mayor y del posterior audio en que JiMin gritaba eufórico que era su mejor amigo del mundo mundial.
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Definitivamente, TaeHyung olvidó su resfrío y salió.
