El metro.
Un esqueleto.
Una red de 297 km, la séptima más grande del mundo.
El órgano vital de Madrid.
El encargado de conectar cada rincón, cada historia y cada pequeño detalle.
El cúpido de los mortales.
Era 1 de julio, y como cada mañana de verano, me adentraba en sus puertas una vez más. El calor hacía pesado el hecho de encerrarte con tantas personas en una cabina que se desplazaba de un lado a otro. Aplatanaba si dabas con uno de esos transportes públicos al que le fallaba el aire acondicionado,y no hablemos de aquel grupo de personas que, esperemos que sea por prisas, olvidaba es aseo mañanero. Podía llegar a ser asfixiante. Las personas digo, no el hecho de la falta de ventilación.
Hacia ya seis meses que dejé Adeje para venir a Madrid como voluntario. Un amigo mío era animador en los hospitales, e iba por las mañanas de verano a organizar actividades e intentar dibujar sonrisas en los rostros de niños que por desgracia pasaban la mayor parte del tiempo en un edificio. En cuanto se me presentó la oportunidad acepte.
Necesitaba ser participe de ello. Me era imposible estarme en casa sabiendo que tenía la oportunidad de convertirme en algo que trayese alegría a unos jóvenes que tenían que ver como todos disfrutaban el verano y ellos perdían la oportunidad. Podía palpar sus sentimientos, porque hace poco que tuve que vivir una experiencia cercana.
Aquel día mi trayecto fue normal, sin complicaciones. El vagon en el que viaje estaba lleno, pero sin olores especialmente mortales.
La vida seguía su curso, hasta que tocó salir. Había mucho movimiento como de costumbre, pero el ruido era algo escaso a estas horas.
-No me jodas, no me jodas...
Un chico se encontraba agachado y con las manos desplazándose por el suelo. Parecía algo agobiado, así que mi acto reflejo fue quitarme los cascos en los que estaba sonando Prince y acercarme a él.
-¿Necesitas ayuda? - Pregunté amigablemente colocando mi mano en su hombro.
Al sentir el contacto, el chico tembló y se giro bruscamente, apartando con fuerza mi mano y cayendo al suelo. Lo mire sorprendido, pues era una reacción que no me esperaba por nada del mundo.
-¿Pero que haces?-Respondió con una pregunta.
Era rubio, con un tupé perfecto. Su cara en ese momento era un cuadro. Me miraba horrorizado, y por un momento pensé que había hecho algo malo, así que acabe asustandome hasta yo. El optó por apretar con nerviosismo uno de los extremos de su gabardina que le ocultuba casi por completo.
-S-Solo quería ver si estabas bien. - Le ofrecí mi mano con la mejor de mis sonrisas.
El maldito me golpeó la mano y retiro mi ofrenda. Esta vez el que se quedó con la cara como un cuadro, fui yo.
-Ni te atrevas a tocarme.-Contesto con cara de desprecio. Se levantó con rapidez y se largo de allí mismo, dejandome con la palabra en la boca.
No podía creerme ni un ápice de lo que acababa de suceder. Normalmente, solía mantener la calma, pero esta situación acababa de sacarme de mis casillas completamente.
-Ese niñato... - Susurre para mí mismo a la vez que intenté seguir mi rumbo con normalidad.
Estuve tenso la mayor parte del trayecto. Me era difícil digerir el hecho de que una persona rechazase la ayuda de una manera tan brusca. Ya ni me importaba lo que demonios estuviese buscando aquel imbécil, solamente me preocupaba que existiesen personas tan repelentes.
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OT 2017, One Shots And Short Tales
FanfictionOne Shots y pequeñas historias de OT 2017.