Capitulo Uno: Kukalh

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Ubicación:Mundo exterior (Palacio del emperador)


En los pasillos del emperador kotal kahn, se escuchaban los gritos de aquella mujer que amaba , la edeniana Jade quien estaba a punto de dar a luz. Los gritos que inundaban aquella habitación después de un tiempo cesaron y una voz vieja y cansada dió a conocer que el bebé había nacido y que se trataba de un varón, un varón fuerte y sano. Inmediatamente kotal kahn protegió a su hijo con magia de sangre, y aquella noche Jade la emperatriz del mundo exterior y el emperador no pegaron un ojo en todo el transcurrir de estrellas, no fue hasta cuando llego el día siguiente qué kotal kahn protegió a su hijo con magia y lo dió a conocer ante su reino con auténtico contento que ambos pudieron sentir el alivio y amor qué les brindaba su hijo de alma exorbitante.

Ese día se presentaba ante el mundo exterior el que llegaría a ser su nuevo gobernante, la noticia no tardó en difundirse por todos los rincones , desde el infierno a la tierra y la noticia llegó sin dudar a los oídos de Melina, quien también estaba en la espera de un hijo bastardo; de un hijo del que no se conocía quien era el padre. Ese mismo día Melina quería morir, la idea de que ese bastardo que se hacía llamar kahn se sentará en su trono le revolvía el estómago, Tanya quien acompañaba a Melina en todo momento y cuidaba de ella, se acercó para verle y preguntarle si necesitaba algo, a lo que Melina respondió con furia y lágrimas en los ojos que lo que ella necesitaba era matar a ese estúpido de hoshtec, abrumado de su tiranía nauseabunda. Ante el pensar desesperado, Melina no pudo evitar romperse; lloraba de ira y entre susurros escalofriantes decía que quería que su hijo naciera en un palacio como lo tenía merecido, y no en una mediocre tienda en medio de la selva como la podredumbre tan solo seria capaz de hacerlo.

-Tanya, júrame que si yo muero te harás cargo de mi hijo, junto con Rain -pidió Melina, sin titubear, con un temor tenue qué comenzaba a tornarse desesperante, la miro con una determinación apabullante y entonces pidió-: Júralo.

Tanya la vio con evidente angustia en su mirada, se acerco dudosa, y con tono clemente en sus palabras.

-Melina, por favor no hay que pensar en eso, ese niño necesitará a su madre; y ni yo ni nadie será tan capaz de protegerlo como tú -razonó ella, tratando de hacerla ver de las tantas locuras qué le parecía, no cesaba de parlotear.

Pero Melina estaba determinada.

-Júralo -insistió.

-Pero, Melina...

-¡Que lo jures, maldita sea, sólo juramelo!, prometeme que serás capaz de dar tu vida de ser necesario -espetó Melina, ya cansada de que la mujer eludiera el deber qué le encomendada.

-Lo juro -dijo Tanya, resignada ante la necedad de Melina.

-Bien, eso me da un poco más de seguridad -admite, soltando un suspiro de ligero alivio-. Al menos sé que si kotal llegase a encontrarme, y posteriormente matarme, estará en buenas manos.

Tanya, se acercó con consuelo, seguridad retomada, y fe.

-No te fallaré, si eso llegase a pasar.

-Lo sé, y por eso es que te encomiendo a ti, está tarea.

La noche pareció eterna, con Melina oculta en la selva y con su poco ejército, su derrota parecía inminente, sin embargo, Melina no era idiota. Mientras dormía recordaba algunos momentos que había pasado junto a Shao khan, y recordó algo que había escuchado decir a quan chi: "Nadie se va por completo".

Esas palabras circulaban por su mente sin cesar, y unos meses después, unos días antes de dar a luz, se le ocurrió una idea brillante pero arriesgada, ella debería viajar a la tumba de su padre, llevar un ritual de innovación de necromancia en el que debería matar a un esclavo a cambio de la vida de su padre.

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