Out of me

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Jeno movía nerviosamente la pierna izquierda, mientras sus codos se encontraban recargados en sus rodillas, al tiempo que el sol del atardecer golpeaba su espalda y sus ojos se perdían en la nada.

Eran las seis de la tarde, y lo único que lo acompañaba era el sonido de las manecillas del reloj al recorrer las horas, recordándole que tal vez no faltaba demasiado para que el final de todo llegara. Ignoraba cuánto tiempo había transcurrido desde que ocupó un sitio en el sofá, y tampoco deseaba saberlo. Desde que encontró esa nota, anunciado otra ausencia más de su novio en el mueble junto a su cama que supo que no debía contar el tiempo, porque eso sólo le haría mucho más daño.

Suspiró, buscando contener el llanto mientras entrelazaba sus dedos en un gesto de desesperación. No hacía falta palabra alguna en ese sitio para que supiera que debía comenzar a acostumbrarse a la idea de una casa solitaria, a no esperar un mensaje, ni a tener a quién llamar por las mañanas para despertarle y recordarle comprar una caja de leche o comer adecuadamente. O simplemente para poder decirle a ese alguien lo mucho que lo amaba.

Jeno, usualmente, no decía una sola palabra cuando Jaemin se iba de casa. Solía hacerlo en un principio, cuando el bonito chico decidía marcharse por un tiempo luego de algunas discusiones causadas por el estrés del trabajo del moreno, y la soledad en que su pareja se veía forzada a permanecer día tras día. Pero a medida que no había excusa alguna de la que el más alto pudiera valerse para salir de su hogar compartido, Jeno supo que estaba quedándose solo de a poco, aún cuando ambos se esforzaran por meter los problemas bajo la alfombra y fingir que nada había cambiado en esa casa. Incluso cuando Jaemin dormía a su lado o estaba ahí cuando él volvía de la oficina, una parte suya estaba ausente. Sus ojos parecían soñar con algo que no encontraría en esa casita para dos, y Jeno sabía lo que era.

Y casi preferiría ignorarlo.

A cada que Jaemin desaparecía él sabía perfectamente dónde encontrarle. Sabía que tendría que conducir sólo veinte minutos antes de llegar a un suburbio, donde vivía el ex novio de su pareja, con quien se había encontrado cuatro meses atrás. Desde entonces que Jeno sentía que todo se esfumaba tan rápido que apenas podía divisarlo, mientras el amor del castaño se le escapaba de entre las manos, sólo para volver al lugar del que, quizá, nunca se fue.

RenJun era el sitio seguro de Jaemin. Era su salvación en los momentos de tensión, era quién le hacía reír cuando sus problemas le sobrepasaban, y quien se estaba llevando el futuro de Jeno consigo. Era la persona a la que Jaemin amaba, incluso si le había jurado una y otra vez al moreno que ya no había sentimiento alguno entre ellos luego de volver a encontrarse, sólo los recuerdos de una relación de adolescentes, que parecía haber sido mucho más intensa y significativa que cualquier acción que Jeno pudiera realizar, en el pasado o en el ya inexistente futuro para ambos.

Pero Jeno no se mentía a sí mismo ya. Incluso cuando quisiera hacerlo, bien sabía que Jaemin jamás había reído estando a su lado como lo hacía con RenJun. Jamás había podido hacerle sentir tan completo, lo veía en los ojos del castaño, y ese chico, a su vez, tampoco le había amado del todo. Jeno simplemente llegó para intentar llenar el vacío que ese tipo había dejado en su ex novio, y se había convertido en la persona que cubrió durante un tiempo las heridas de su amado; hasta que los fantasmas volvieron y comenzaron a acechar la falsa felicidad en que ambos vivían. Entonces dieron inicio esas escapadas esporádicas, que empezaron a hacerse cada vez más frecuentes y extensas. Pasó de perder a Jaemin un par de horas durante el día hasta una semana completa, mientras Jeno intentaba continuar todo lo entero que podía. Pero sostener aquella situación por su cuenta dolía demasiado y había comenzado a desgastarle, porque sabía que así sacrificara todo no podría mantener a la persona que adoraba a su lado. Jaemin no lo amaría de la misma forma en que él hacía por muchas noches que pasaran en la misma cama y días que invirtiera en ser el mejor novio posible.

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