Idílico 목가적인- KTH & ___- Omegaverse

Idílico

La mujer arropó a el no tan pequeño cachorro bajo las frías sábanas haciendo que su espalda reposará en una almohada al igual que su cabeza en el respaldo de la cama.

–Si piensas dormirme con tus cuentos mejor lo hago por mi cuenta.–Refunfuño el menor, sin embargo la de facciones marcadas solo lo ignoro y se posiciono en la aterciopelada silla, como siempre, si bien la cama era lo suficientemente grande y ancha que podían caber varios alfas adultos sin problemas la mayor siempre le daba su espacio a aquel niño gruñon, muchos lo confundían con malcriado pero el no era así, es callado, frío y serio la palabra socializar es casi inexistente para el.

Pero es educado con sus superiores y emplea los modales para sus actividades diarias no era altanero ni ignorante.

Simplemente lo dejaban ser el... Y a él le da igual...

No había problema con su comportamiento o ¿si?

La pálida mujer abrió el libro con una delicadeza increíble, como si fuera una hermosa estatua elaborada del más débil y fino material que con sólo mirarla se convirtiera en un grisáceo polvo para después desvanecerse y quedar estrechado en los brazos del olvido. –Había una vez...–

–Muy cliché con esas cosas tan comunes no lograrás dormirme–

La de ojos verdosos soltó una risilla silenciosa y se concentro en esas finas y remarcadas letras apenas visibles, la textura que se le daba a las oraciones era más que sofisticada.

–...Un alfa fuerte y empoderado que gobernaba a un gigantesco reino, solitario pero con recursos abundantes y una calidad de vida buena, no la mejor pero acogedora.–Hablo con su característica voz tan melodiosa.
El niño solo chasqueo la lengua y se hundió en su lugar.

Con una sonrisa victoriosa la pelinegra continuó –Todos eran felices, los niños iban a unas cuantas clases por la mañana y en la tarde jugaban y gritaban en el bosque y en el centro del reino, los adultos iban a sus respectivos trabajos y regresaban a sus casas por la noche, y los más grandes platicaban con los niños, de igual manera interactuaban con sus padres, la minoría todavía trabajaba los demás no más que nada por su edad, eso los mantenía felices. Todo en esa gran manada estaba lleno de colores y vida.– La pelinegra acercó más su silla a la cama del infante que la miraba con el ceño fruncido y un leve mohín en sus rosados labios.
Muchos pensarían que eso en un niño es lo más adorable pero ese no era el caso de este, todo en el grita seriedad extrema.

–Yah, de seguro aquí es donde todo empieza a ir mal.– Musitó con desagrado al saber que eso es común en los cuentos.

–Posteriormente una preocupación tomo al confiado alfa volviéndolo inmediatamente inseguro, su reino era el mejor de todos y no le faltaba nada, pero este último pensamiento lo descarto al percatarse de que el nesecitaba una mano derecha, otro rey o reina que le hiciera compañía para siempre y si quería lo mejor para su reino necesitaba una descendencia, no pensaba dejarle los colores de su manada, su familia, a alguien completamente desconocido que podía apagarlos lenta y de la peor manera existente en este cruel e injusto universo–

–Una jodida pareja y punto.– Habló nuevamente el pequeño perforandola con la mirada.

–Cuida esa boquita cariño.– Se aclaro la garganta y prosiguió
–Como si el anterior nombrado escuchase sus más profundos pensamientos, lo dirigió a una hermosa omega, ojos azul oscuro, cabellera pelirroja y su belleza incomparable. Cómo se conocieron fue lo de menos pero esa omega lo hacía sentir como si fuera un colibrí, el más dichoso y perfecto que tenía el honor de posarse sobre aquella flor tan única que todos deseaban, el y solo el podía tenerla y el también se encargaría de que algo o alguien jamas la marchitara, sin más por fin se había enamorado. Pero estaba olvidando algo muy importante, algo que iba a marchitar en lugar de la flor el amor que le tenía a ella, su-.–