#01

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Era la primera vez que huida del palacio real, herido y a la vez molestó. Su juguetón corazón revoloteaba en su pecho, por la adrenalina de los guardias que lo perseguían y por lo que estaba haciendo, que sin duda, tendría una reprendida peor de la que podría imaginar.
Nada de eso le importaba, sólo quería estar un momento a solas, lejos de la elegante prisión a la que solía llamar "hogar", lejos de las cosas lujosas, lejos de su padre, de su hermana y...

El joven observó hacía atrás nuevamente mientras corría cómo si su vida dependiera de ello, al mirar nuevamente por donde iba se topó con varios puestos ambulantes los cuales esquivó con eficacia e hizo uso de la artesanía para tirarselas a los guardias.

— ¡Atrapenlo! —Uno de ellos alertó a los demás guardias que se encargaban de vigilar el pueblo— ¡Pero no lo lastimen, él es el hijo de...!

Antes de que pudiera terminar la frase, Zuko le lanzó un jarrón con tierra en toda la cara.

“¡Nadie tiene por qué saber quién soy, idiota!”, se dijo a si mismo en pensamientos, rompiendo otra regla más; Las malas palabras.

¿Cuántas había roto está noche? Ciertamente no le importaba saber aquello, ahora no.

El Príncipe se detuvo al ver una multitud de gente bailando. ¿Hoy se celebraba algo? Tal vez lo habían mencionado en clase pero, no había podido prestar atención al profesor por la culpa de las bromitas de Azula.

Con su pecho bajando y subiendo, trataba de buscar algo a los alrededores que lo beneficiara para escapar de aquellos guardias de una vez por todas.

— Joven, ¿Quiere comprar una máscara? —Un señor se acercó a él con varios modelos para que pudiera elegir.
Zuko formó una "o" en sus labios, era la primera vez que veía máscaras tan bonitas.

— ¡Allá está! —Un grandulon apuntó hacía su dirección. El príncipe le entrego al anciano unas cuantas monedas que sacó rápidamente de su bolsillo y tomó aleatoriamente una de las máscaras.

— ¡Fue un gusto hacer negocios! —Le dijo con una sonrisa en sus labios. ¿No iba a atraparle? Bueno, eso daba algo de alegría— ¿No quieren comprar bebidas? ¡Lucen cansados de tanto corretear! 

El pelinegro aprovecho la distracción para meter su delgado cuerpo entre la multitud de gente apretada. Le debía una a aquel señor.

A lo lejos divisó una larga y amplia tienda de artesanía, con gente dentro. Si llegaba, podría ponerse la máscara y pasar desapercibido.

También podia ponersela ahora y esconderse en algún lugar alto.

O, seguir corriendo. Aunque no sería buena idea, ya que llamaría más la atención...

— ¡Eso es! —Una llama de fuego encendió en su cabeza de forma imaginaria.
El príncipe tomó de un puesto cercano fuegos artificiales y los encendió, planeaba lanzarlos en el suelo y hacer que la gente saliera corriendo. El problema era que podría lastimar a alguien...

Pequeñas chispas cayeron en sus delicadas manos, advirtiéndole qué tenía que pensar más rápido.

¿Que...?

Cuándo se dió cuenta, las bengalas cayeron en una gran fuente de agua. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿En qué momento las había soltado?

Los guardias estaba buscándole, los veía y si el los veía, ellos también podrían. Iban a encontrarle...

El joven se colocó la máscara, era lo último que le quedaba. Podría salvarse o no del castigo que le darían en su casa.

— Ven conmigo, te ayudaré. —Una voz masculina detrás de él le tomo por sorpresa de la mano. ¿Quien era? ¿Quería ayudarlo?

Closer to youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora