Capítulo 2: El otro Lado de la Moneda.

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– ¿Dónde estamos? – Pregunta L– ¿Dónde estamos? – Pregunta Leo a sus compañeros después de recobrar el sentido.

– No sé como se llame, lo único que si se, es que estamos prisioneros. – Responde Octavio con la cabeza agachada y una voz muy seria.

Mientras tanto se acerca a la reja de donde están prisioneros, un soldado con un corte en la cara que le atravesaba de arriba hacia abajo la mejilla izquierda.

– Con que ustedes eran los que nos causaban tantos problemas, menos mal que cayendo su líder cayeron todos fácilmente, bueno casi todos, ustedes ¡sí! que dieron batalla. Les propongo algo a cambio de su libertad, ¿les parece? – Ofrece el desconocido a los cautivos.

– Información no tenemos si eso es lo que buscas. – Responde Leo mientras se para frente al desconocido desde el otro lado de la reja, cruzando miradas retadoras con él.

– Me agradas muchacho, eres duro y muestras mucha seguridad en ti, así que creo que no será fácil convencerte, pero hagamos el intento je... Bien mi oferta es la siguiente, únanse a mi grupo de batalla necesito gente como ustedes, ya varios de sus compañeros han aceptado, además a parte de su libertad les ofrezco riqueza y desde ahora les puedo dar lo que quieran, solo únanse a nosotros bajo mi mando. Bien..., piénsenlo regreso en una hora.

– ¿Y para empezar tu quién eres? – Pregunta Luis desde atrás de la celda.

– Soy Carlo Rodríguez, líder de los comandos "DA". Tienen una hora, piénsenlo. – Y dando media vuelta sale del área de celdas.

– Bien, tengo algo en mente. – Sonriendo dice Leo a sus amigos.

– ¿Y qué piensas?

– Aceptaremos, la oferta, si no, de verdad que tenemos mucho que perder, y bueno por ahora es todo lo que les puedo decir, confíen en mí muchachos.

Todos asientan con la cabeza.

– ¡Hey! Lláma al comandante, dile que ya tenemos la respuesta.

Minutos después llega el comandante Carlo con una sonrisa en la cara.

– ¡Bien, Bien!, pensé que usarían toda la hora, pero no, aún me siguen sorprendiendo. ¿Y cuál es su respuesta?

– Aceptamos, ¿pero cuáles son las condiciones?

– Ok, solo no se les ocurra traicionarnos ni nada por el estilo ya que pagaran con sus vidas, ¿entendido?

– Si señor, entendido. – Dicen todos al unísono.

– Me agrada, se nota que son de lo mejor, con razón los apreciaba tanto Eloísa, es una lástima que tan bella mujer haya terminado su vida defendiendo una causa, aunque noble, pero tonta.

Guerra de LegionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora