La brisa del viento entraba por la ventana abierta, mientras Telert Gowan observaba a su invitado que llegaba a su castillo.
Telert no hace poco había alcanzado los cincuenta inviernos, y su cabello negro se había tornado de un gris pálido. Se había dejado crecer una barba espesa, que le daba un aspecto fiero. Solo tenía puesto un jubón rojo con una cabra negra bordada en el pecho. Su blasón.
No tardaron en golpear la puerta de sus aposentos.
_ mi señor _ dijo una voz del otro lado de la puerta_. Lord Jarrel está a punto de arribar.
_ bien _ dijo Telert, dándose la vuelta_. Abran las puertas... Pero estén alertas.
_ sí, mi señor _ contestó el criado, que por el retumbar de sus pasos, abandonó ligeramente la entrada.
La habitación tenía un techo abovedado, sostenido por cuatro columnas robustas y de piedra gris. Era demasiado grande para él solo, pero se había acostumbrado. En contra la pared, mirando hacia la ventana, estaba su cómoda cama y a su lado varias alfombras y las paredes llenas de tapices. Tenía una mesa en el centro, con papeles desordenados y mapas desplegados por todo el diámetro.
Bajó los frescos escalones de piedra, hasta llegar al Gran Salón, en donde presidía los juicios y asambleas de su feudo. No había trono, solo una extensa mesa, sobre una plataforma de madera de roble. El resto estaba casi vacío, excepto las dos naves de los lados en donde se hallaban mesas para los invitados. Salió por la enorme puerta que ya se encontraba abierta.
Delante del portón, había una fila de cinco hombres. Eran sus principales consejeros. Cuando lo vieron, además de una reverencia, le dejaron pasar para que se ubicara delante.
El que estaba a su derecha, era el más anciano de los cinco. Tendría poco más de setenta, estaba calvo, encorvado y su único rastro de vello, lo tenía en el mentón, de dónde sobresalía una delicada barba. Era el líder de los magos de su región. Por ende era el más importante de Reldar. Era respetado por sus sabios consejos y su paciencia. Canred de Welsburg, se llamaba.
A su lado estaba Astelón Dolwin, el señor de Taldburg. Era un hombre muy temido, por su fiereza en combate. Alto como una torre, de cabeza cuadrada, con cabellos y barba rubia. Su mera presencia causaba temor, incluso sin portar su pesado martillo de guerra.
De lado izquierdo a Telert, erguido como una bandera, Galled Rasdel, señor de Terenteburg. Era el más joven, de delicado rostro, cuerpo enjuto y cabellos castaños rizados. Astuto como pocos, de poco habla, y agradable.
Al lado estaba Sir Laderon Rawen. Ya estaba cerca de los cincuenta, con el cabello pelirrojo extinguiéndose pronto. Delgado y ágil, de buen talante y nariz puntiaguda. Su bigote y su barba daban un aspecto cómico al honorable caballero. Telert confiaba en él como ninguno.
Por último, Hatder Falawen, el de baja estatura. El más bajo de los cinco. Señor de Runburg. Su rostro era austero, curtido y con largas heridas en toda su extensión. A pesar de su aspecto fiero, era un
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Conde de Reldar
FantasyLa historia de Telert Gowan, un Conde que se ve obligado a luchar contra la codicia de sus cofrades y la violencia de extranjeros bárbaros.