Nunca fui de las personas que hicieran travesuras a escondidas de sus padres, pero el deseo de volver a ver a Hyungwon siempre me movía a hacer lo necesario...
Como tomar el auto de mi madre sin permiso por ejemplo.
— ¡Sube rápido! —advertí mientras lo miraba correr en dirección al auto siendo iluminado por las viejas farolas de la calle mientras avanzaba vigilando que sus padres no estuvieran viendo su escape a esas horas de la noche— ¡rápido, Hyungwon!
Su animada risa se hizo notar tras que ingresó al auto y pese a que no sabía manejar del todo bien, arranqué el auto en dirección a algún sitio.
— Esto es genial... —susurró con los ojos cerrados sacando las manos por su ventana— ¡esto es genial! —gritó eufórico.
Sonreí al escucharlo, pero no despegué mis ojos de la carretera como buen conductor responsable que era.
— Baja la voz, podrán escucharnos. —advertí.
Él obedeció y volvió a sentarse correctamente sobre el asiento para finalmente suspirar.
— Estoy tan feliz... —susurró con una tranquilidad impresionante que me provocó una risita.
— ¿Por qué estás tan feliz? —cuestioné lanzando una mirada rápida hacia él— ¿porque van a regañarme si se dan cuenta de esto?
Lo miré de reojo y él negó.
— Porque soy feliz cuando estoy contigo. —afirmó descolocandome el corazón— ¿puedo quedarme contigo esta noche?
Yo también era feliz con su presencia y estaba realmente eufórico por escaparme a esas horas de la noche sin un motivo alguno, sin embargo tenía más madurez que él y como un casi-adulto responsable catalogué aquella acción como arriesgada, pues ambos dependiamos de nuestros padres y hacer algo así nos supondría un castigo enorme.
Cuando vi un lugar apartado decidí estacionarme a un lado de la calle y finalmente aparté mis manos del volante y lo miré.
— Hyungwon... —suspiré buscando las palabras correctas para decirle— me encantaría que te quedaras conmigo, pero me da un poco de miedo lo que pudiera pasar luego... ¿Podríamos dejar eso para luego y planearlo con más tiempo?
Él me miró con atención y asintió tranquilamente dándome a entender que comprendía la magnitud del asunto.
— Bien... —susurró levantándose y poniéndose de rodillas sobre el asiento del pasajero— pero entonces besame ahora. Bésame mucho.
Sonreí mientras asentía.
Claro que lo besaría con gusto hasta cansarnos, no podía negarme a eso aunque quisiera.— Entonces ven... —susurré extendiendo mis manos hacia él quien no tardó en mudarse a mi asiento para deshechar la distancia entre nosotros— ¿cuantos besos quieres? —cuestioné divertido.
Mis brazos envolvieron su pequeña cintura mientras lo miraba con una sonrisa. Él parecía pensativo, como si estuviera pensando en un número en concreto.
— ¿Cuánto tiempo tenemos? —cuestionó con más seriedad de la esperada.
Miré mi reloj y saqué cuentas en mi mente de cuánto tiempo sería el ideal para volver a casa antes de cualquier problema.
— Alrededor de media hora. —informé— necesitamos descansar, yo tengo colegio y seguramente tus padres noten tu ausencia pronto, sé que están muy pendientes de ti.
Él asintió a mis razones y suspiró comprensivo.
— Entonces... —hizo una breve pausa— que sean unos cien...
Solté una risita y asentí para
finalmente volver a probar sus
carnosos labios sin importarme
mucho el hecho de perder la cuenta.