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Recuerda que tu alma es atraída por otras almas que tienen una vibración similar

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Recuerda que tu alma es atraída por otras almas que tienen una vibración similar.


Lo había rechazado.
Le había dejado muy claro que no volvería a surgir nada entre ellos dos, ni siquiera sexo casual.

Los celos y, sobre todo, su orgullo herido ante el abandono de Karl para socorrer a su dichosa alfa le nublaron la mente.

Joshua habría destrozado su ropa para transformarse en lobo, justo como su beta hizo en su momento. Habría echado a correr a su lado, animándolo con pequeños toquecitos provocados por su nariz en su lomo para alentarlo si llegaba a sentir esa sensación de «ya no puedo más, me rindo».

Protegiéndolo de cualquier cosa, aun si eso suponía dejar su coche tirado en mitad de la nada, arriesgándose a no encontrarlo cuando volviera a por él. Nada le habría importado con tal de no dejar a su beta marchar solo para ayudar a Emma.

No obstante, Karl ni siquiera se tomó la molestia de preguntarle qué sucedería. Simplemente se arrancó la ropa en mitad de un proceso de transformación y se marchó, dejándolo solo; abrumado.

Encolerizado.

Le había dicho que todo lo que supuestamente había surgido entre ellos dos había acabado, dejándose llevar por la rabia y el dolor que albergaba su corazón.

Y, aun así, había pedido su ayuda.
Había gritado su nombre para que éste lo socorriera de un alfa egoísta.

Lo había escuchado, retumbando en su mente, a pesar de la evidente distancia que los separaba.

Su beta en el último piso de aquel edificio y él en el primero.

— ¡JESSICA AVISA A JOSHUA, POR FAVOR! —gritó Karl con desesperación, deseando que no solo Jessica escuchara su súplica.

Ésta no tuvo que avisar a nadie, ya que mientras intentaba marcar, fallidamente, los números que parecían haberse borrado de su mente debido a los nervios del momento, Joshua apareció por allí seguido de más de la mitad de sus empleados de seguridad.

« ¿Y todo para qué? »
Se recriminó a sí mismo el alfa.

Su Karl se había roto.
Su Karl se encontraba en su cama, muerto en vida.

Lo había intentado todo, pero éste no reaccionaba a nada. Ni siquiera pestañeaba más que un par de veces trascurridos cinco minutos.

Alfa, quiero un nido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora