Capítulo 3

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     —¿Qué sucede, ciudadanas?¿Hay algo en qué podemos ayudarlas? —pregunta Joseph, ignorando lo que Nova había dicho, mirando a los ojos a la mujer que estaba también alterada.

     Un escalofrío recorrió su espina dorsal llevándole fuertes punzadas eléctricas por todo su cuerpo, ordenando que cesaran sus rodillas y así cayera al piso. Sin embargo, se mantuvo de pie firmemente ante lo que estaba viendo sin prestar atención a las cosas que escupía la señora en un tono muy alterado por sus movimientos de manos.

     "No puedo creerlo..." —pensó Nova— "Joseph, mi Joseph..."

    Era como si una barrera invisible le bloqueara el sonido, viendo todo sin poder escuchar. Joseph oyendo lo que decía la señora mientras los otros dos se acercan a Nova sacando unas extrañas cintas luminosas color cian. Sin decir nada, ve a uno de ellos colocándole las manos hacia atrás y el otro procediendo a colocarle aquella cinta color cian neón luminosa en sus muñecas.

     —Pero ¿Qué...—

     Dice por lo bajo sin poder comprender el porqué la esposaban escuchando nuevamente todo lo que la mujer cincuentona le decía a su novio.

     —...entonces ella arremetió contra mí, pensé que me atacaría si ustedes no se hubiesen acercado —concluía, fingiendo estar aterrada mientras Joseph asentía con un movimiento de cabeza con una mirada calculadora.

     —¿Qué?

     Exclamó la joven, aturdida al haber escuchado aquella mentira, los dos policías ya la sujetaban en cada brazo.

     —¡Eso es mentira! —alza su voz horrorizada cayendo en cuenta de lo que pasaba— Joseph, por favor, ella dijo cosas horribles sobre el Planeta Tierra. Nunca quise agredirla. ¡Está mintiendo!

     Los policías la sujetaron más fuerte —sin hacerle ningún daño— para que no se abalanzara hacia la señora y Joseph. Éste al escuchar aquel nombre se vuelve sobre su hombro para mirar a la joven desesperada por su salvación, Nova deja de forcejear con los policías quedándose inmóvil por aquella mirada, una de confusión e incredulidad que él le lanzaba, una con unos ojos verdes aceitunas parecidos a los de un gato, un color que no era para nada el suyo. Acto seguido, él se vuelve para mirar nuevamente a la señora dándole la espalda completamente a Nova.

     —No se preocupe, señora. Nosotros solucionaremos esto. No volverá a pasar.

     La mujer alza su mentón en forma de superioridad y altanería, un poco más segura de lo que mostró antes para acusarla.

     —Bien, que no vuelva a ocurrir. Personas como ella no deben andar por las calles de Utopía.

     Nova pone los ojos como platos estupefacta por lo que dijo la vieja mentirosa, perdiendo el control, empieza a gritarle cosas a la señora mientras la arrastraban hacia la patrulla supersónica. Forcejeando dentro de la patrulla, para zafarse de las esposas luminosas, ahoga un grito cuando ésta le da un correntazo eléctrico que le aceleró los latidos del corazón.

     —No lo hagas, o te harás daño —le dice con una suave voz fría, esa voz queda que Nova nunca había escuchado en él antes.

     No la miraba, puesto que iba en el volante de la patrulla supersónica. Los otros dos policías estaban distribuidos en diferentes puestos, uno iba al lado de Nova y el otro en el asiento del copiloto.

     —Mis cosas...—

     —Están en el maletero de la patrulla —indica el policía que estaba al lado suyo. Nova se limitó a verle a la cara. Su voz era más gruesa.

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