Como una pieza de ajedrez derrotada, aquella tecla blanca tembló acabando con el ritmo de la melodía con la que él llevaba semanas trabajando sin descanso. No sonaba mal pero para Yoongi, esas incompletas composiciones parecían sacadas de una papelera de mierda con el olor todavía impregnado.
Recordó mentalmente cada nota musical que había tocado para sólo frustrarse al notar que no reconocía su perspicaz y habitual esencia que era tan valorada en su academia.
Todavía cabizbajo, observó con sorpresa lágrimas derramadas sobre aquel piano y las yemas de sus dedos humedecidos. ¿Serían provocadas por incapacidad para crear esa obra maestra que necesitaba para alcanzar sus anhelos? En parte sí, pero eso no era lo único que le quitaba el sueño por las noches.
No importaba cuánto se esforzara en borrar de su memoria esa suave pero amplia sonrisa; jamás podría olvidar cómo verla solía entrecortar su respiración y alterar su interior irradiándolo de felicidad. Esa carismática expresión sigue teniendo el mismo efecto en él, la única diferencia es que las mariposas que revoloteaban ya no vuelan. Mueren, como terrones de azúcar cuando los frotas transformándose en pequeños granos de fallidas esperanzas.
«Yoongi, tienes que despejarte un poco. ¿Te apetece ir a tomar un café?» Leyó el mensaje varias veces. Las noches sin dormir empezaban a afectar su vista, su estado de ánimo y en general todo, hasta sus ganas de vivir. Y sin responder, apagó la pantalla.
Sabía perfectamente que Jin tenía razón: que hundirse en la miseria y seguir recordando los últimos tres años no le iba a hacer bien, pero qué fácil es meterse en ese lago llamado depresión y lo complicado que es decir: “Ya es suficiente”.
Él es consciente de que debería salir del agua pero la imagen de Taehyung le arrastra hasta el lodoso fondo.
Sonrió con amargura al recordar cómo su ex novio rompió con él. En ese momento no dolió, discutían a diario y creyó que todo se arreglaría como siempre con un par de días distanciados y un beso en su sofá a las dos de la mañana que terminaría en polvo. Pero no.
De haberlo sabido no habría sido tan cruel o habría decidido morderse la lengua o incluso se habría disculpado, lo que le es realmente difícil debido a su abrasador orgullo pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.
Escondió su rostro, roto en llanto, con las palmas de sus manos apoyando los codos sobre teclas del piano que retumbaron rompiendo el silencio del solitario y pequeño auditorio.
—¿Me has llamado sólo para decirme esa mierda? Te había dicho que hoy estaba muy ocupado. —Reconocía que el alcohol fue en parte el culpable, pero Taehyung fue tan inoportuno. Y era tan frágil y a la vez manipulable que le era tan fácil siempre llevar la razón.
El corazón de Yoongi dio una punzada. ¿Habría sido así desde el principio? ¿Habría sido siempre el cabrón que los amigos de Taehyung seguramente le recomendaban que dejara desde hace años porque para lo único que sirvió su relación fue para hacerse daño el uno al otro?
—¿Qué coño dices ahora?—. Las palabras de la otra línea eran sollozos ininteligibles pero él no sentía su dolor. Yoongi estaba acostumbrado a los lloriqueos de su ex novio por la otra línea del teléfono los días que él salía de fiesta.
Se levantó haciendo una reverencia nerviosa y salió del bar aún preocupado por qué el productor que estaba interesado en su pieza se molestara por dejarle solo.
Había bastante alboroto en la calle, lo normal un sábado a las doce y media de la noche y más en la zona en la que él se encontraba. Le costaba descifrar la voz de Taehyung pero entendió las palabras que encendieron la ira a la que tanto temía su en aquel entonces novio.
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everythingoes | yoonmin
Short StoryTras una amarga ruptura Yoongi es incapaz de sobrellevar el dolor y la culpa. Ni siquiera la música, su habitual ruta de escape y aliado favorito puede calmar el pesar que siente.