Capítulo 5 - Rodeados de buenos y de malos. . .

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- Hey muchacho, ¿Puedes levantarte?- Dijo, a Traful, aquel buen hombre.

- Sí. Gracias por ayudarme.- Respondía con una amable sonrisa.

- ¡¡Revisen todo el lugar!!- Sonó una desconocida voz femenina.

Pronto se comenzaron a oír ruidos. Parecían muchas personas rompiendo todo lo que encontraban a su paso. La gente del lugar no tardó en gritar. El anciano se acercó a la puerta, y la abrió con sigilo.

- ¿Qué está pasando aquí?- Dijo el señor.

- Lo que pasa, abuelo, es que estamos buscando a una persona que posiblemente esté aquí. Si sabe algo, debe decirlo.- Dijo la mujer que llevaba un traje negro ajustado, mientras dirigía a los hombres de traje blanco.

- Jovencita, ten un poco más de respeto.- Le ofendió bastante que le dijera "abuelo".- No sé a quién estás buscando, pero puedo asegurarte que aquí no está. Así que, por favor, diles que dejen a esta gente en paz.

- No, vuelve a tu siesta viejito.- Ni siquiera giraba la cabeza para mirarlo.

El sabio hombre se calló, y miró para todos lados. Vio que dos señores llevaban a Kuji inconsciente en brazos, aunque él no sabía quién era. Volvió a meterse en su habitáculo, y se puso a leer un libro enorme. Sus páginas estaban algo rotas y amarillentas, pero su contenido parecía intacto. El libro estaba titulado como: "Tácticas de escape". El anciano ya pensaba en lo peor.

- Bien, muchachos... Escúchenme con atención... Vamos a huir...

- ¿Quién está ahí afuera?- Prguntó Traful.

- Una señorita irrespetuosa y su gentuza de trajecitos blancos.- Dijo despectivamente.

- ¿Y cómo huiremos?

- Correremos hasta la puerta.

- Eso jamás funcionará.

- Créeme que sí...

Traful se quedó callado e intrigado. La puerta fue abierta, y el viejo les dijo que saliesen luego de él. Así lo hicieron, y mientras esperaban, vieron cómo lo agarraron cuándo quiso salir por la puerta principal. Entonces, les hizo una seña para que vayan ellos. Lograron salir gracias a que el anciano detuvo a los tipos poniéndose cómo carnada. Pero pronto, otros guardias quisieron salir a buscarlos, y la jefa les dijo:

- Déjenlos... No eran importantes...- Ni siquiera los miraba, tan sólo permanecía con los brazos cruzados mirando hacia la nada.

Una vez afuera, Zoe y Traful buscaron refugio entre los árboles. Él había visto a Kuji atrapado e inconsciente, y al viejo sabio ser golpeado. No quería dejarlos ahí, no con esa gente.

- Zoe...

- ¿Sí, Traful?

- Quédate aquí un momento...- Dice mientras se dirigía de vuelta a la biblioteca. Da dos o tres pasos, hasta que ella lo detiene.

- ¡No Traful! ¡No quiero que te golpeen!- Decía a punto de llorar.

- Zoe... ¿Recuerdas que dije que no iba a dejar que te hagas daño? Bueno, yo no quiero que nadie se haga daño. Sin excepciones... Así que no importa cuál sea el dolor que reciba yo. Si es para que alguien viva...

- ¿Qué sentido tiene que tú te arriesgues?

No supo responder a esa pregunta. Tan sólo avanzó hacia la biblioteca. Zoe tampoco siguió hablando, sólo vio a Traful irse. Y éste iba con la frente en alto, dispuesto a todo, pues ese era su ideal, resolvería los problemas a su manera, sin lastimar a nadie. Incluso si él llegara a salir herido, no le importaría, en tanto nadie más sufra. Por eso, ahora, con todos los pronósticos en su contra, sin nadie en su ayuda, y sin ningún tipo de fuerza física, él se dirigía a un lugar conflictivo, solamente para repartir paz. Y allí llegó, para ver una vez más, si la gente con la que trataba, pertenecía a lo que podría llamarse: "razón número uno para vivir".

Cinco razones para vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora