La Habitación Rosa. Parte 1

2 0 0
                                    

Sophia. Era una niña de 19 años, siempre se veia tan ingenua y tonta. Su físico, tan normal, no demuestraba nada de su carácter sexual. Ella siempre había soñado con tener una experiencia pasional de ensueño.
Pero la oportunidad perfecta para vivirla, no se había presentado.
Ella era tan soñadora, creía que las relaciones sexuales eran tan deliciosas. Todo el mundo lo expresaba así. Ella había aprendido a conocerse a sí misma. Y con lo que ella había experimentado con sí misma, le bastaba para idealizar el coito. Pero siendo una niña con la idea del sexo.
De vez en vez, elegía a un buen mozo para que le diera esa experiencia inolvidable.
Pero por una u otra razón, nada sucedía.
Ella comenzó gustando de lo sensual.
Adoraba las transparencias y el encaje. Amaba la lencería y el cortejo.
En un principio ella decidió darle aquella experiencia a su mejor amigo, pero, siendo muy caballeroso el hombre. Nada pasó de nuevo. Cabe mencionar que aquel hombre era por lo menos 6 años mayor que ella.
Un hombre de complexión robusta, de melena rizada y pensamientos ideológicos complejos.
Sophi siempre adoro a los hombres fornidos, pero deseaba con más intensidad a los hombres inteligentes.
La inteligencia para ella, era el mejor atractivo para imaginarlos en sus sueños húmedos.
Muchacho, tras muchacho, la decepcionaban, no quería un bruto que se creyera el mejor, sino que realmente disfrutará aquel acto mutuo.
Hasta que en esos dulces 19 años. Encontró al hombre perfecto para su cometido. Era igual de ingenuo que ella, pero iba lograr que fuera dócil, para que en ningún momento la lastimara.
Ella no buscaba en ese momento el amor, lo que ella quería era una buena experiencia íntima.
Sophi siempre fue calculadora, juzgaba a una persona por su deseo. Ella buscaba experimentar  satisfacción. Quería probar si ese camino era el correcto. El querer saber la verdad de aquello, que en ocasiones lo expresaban prohibido y otras como divino.
¿Realmente era divino el coito?, ¿Realmente dolía tanto?, ¿Que era un orgasmo?, ¿Era difícil tener uno?.
Todas esas preguntas invadían su mente. Pero su presa estaba colocándose en el lugar correcto.
Un día ella enfermo de gripe, llamando al Orlando a su cuidado. Este no se imagino la trampa que ella tejió. Ella apesar de su enfermedad, no vaciló al vestirse con esa blusa guinda completamente transparente, sus pezones se alcanzaban a ver, el joven que previamente había recibido   pequeñas probadas de aquellas frutas, no dudo en tocarlas, su mano como pulpo, comenzó a masajear suavemente los pechos de Sophi, ella sabía que había logrado su cometido, las cosas surgían tan rápido. Ella desde un principio no llevo ropa interior, más que aquella blusa transparente, que la hacía no estar desnuda, ni vestida. Rápidamente ella fue guiando al muchacho en su entrepierna, cómo sus labios se inchaban, por la excitación. De momento ella dirigió el pene de Orlando, a la entrada de su vagina, que ya se encontraba humeda, el miembro se deslizó lentamente, que un principio le generó un poco de dolor, pero era más su interés de que todo funcionara, que en poco tiempo, sintió tan bien, que ni se lo creía. Fue sintiéndose cada vez mejor, pero una compañera de departamento, llegó en el momento menos indicado. Así que su orgasmo se le fue de las manos.
Había entonces comenzado todo en su habitación... 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 14, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Las habitaciones de mis amantes. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora