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POV Alba

Pestañeé repetidas veces hasta que conseguí abrir los ojos por completo. Estiré mi brazo vagamente hasta la mesita de noche que había al lado de mi cama. Agarré el teléfono y miré la hora, las seis cincuenta. 

Suspiré pesadamente y me levanté de la cama aún que tenía la alarma puesta a las siete y cuarto. Cancelé esa alarma para que el teléfono no sonara más tarde, decidí ir a darme una ducha. Cuando acabé de ducharme fui hasta mi habitación envuelta en una toalla, allá tenía la ropa que me iba a poner hoy preparada. 

Me puse unos vaqueros cortos negros y un top blanco que hacía juego con mis zapatillas. Como aún tenía el pelo mojado me lo sequé un poco con secador para no ir goteando y mojando la habitación. Me peiné un poco y coloqué bien mi flequillo, llevaba una melena corta, un poco por encima de los hombros, así que no fue difícil desenredarla. Después me hice la raya del ojo, con tantos años de práctica ya me salía casi perfecta.

No eran más de las siete y cuarto así que desayuné con calma mientras miraba el móvil. Mi padre estaba dormido en el salón así que no quise hacer mucho ruido para no despertarlo. Hoy empezaba en un nuevo instituto, por el trabajo de mi padre nos vimos obligados a mudarnos, al menos no cambié de ciudad pues seguía viviendo en Madrid solo que en otro barrio. Por desgracia el barrio en el cual estábamos viviendo ahora estaba muy lejos de mi antiguo instituto.

Cuando se hicieron las ocho menos cuarto me cepillé los dientes y agarré mi mochila para ir a clase. Salí del edificio y me puse los auriculares, desbloqueé el teléfono y abrí Spotify, le di a reproducción aleatoria y me sumergí en mis pensamientos mientras caminaba hacia el instituto.

Estaba nerviosa, y mucho. El hecho de no conocer a nadie me aterraba bastante, no es que me considerara una persona antisocial pero la timidez no ayudaba, aparte que me costaba mucho abrirme a las personas. Estos últimos años mi círculo de amigos había ido disminuyendo, no es que no disfrutara la compañía de otras personas, todo lo contrario, la valoraba mucho. Pero desde que mi madre falleció todo se volvió más complicado.

Estaba ten sumergida en mis pensamientos que el camino hasta el instituto se me hizo más corto de lo que pensaba. Cuando llegué al edificio me saqué los auriculares y los guardé en mi mochila granate de nike que me regaló mi tía para este nuevo curso. Según lo que me dijo mi padre debía encontrar la conserjería para que me dieran los horarios. Entré al edificio y busqué con la mirada la conserjería, una vez la encontré me dirigí hacia allá.

-Buenos días. -Dije entrando a la sala.

-Hola cariño, dime. -Me dijo amablemente un hombre de unos cincuenta años aproximadamente.

-Pues mira, es que soy nueva y me han dicho que tenía que venir aquí a por mi horario de clase. -Dije acercándome al mostrador.

-Claro. -Me sonrió amablemente y se sentó en una silla enfrente de un ordenador de mesa.- ¿Me dices tu nombre por favor?

-Alba, Alba Reche. -Dije.

Mientras el conserje tecleaba rápidamente en el ordenador yo pensé como alguien era capaz de tener tanta buena energía un jueves a primera hora, siendo el primer día de un largo curso. 

-Aquí tienes. -Dijo entregándome una hoja que acababa de imprimir.- Ahora te toca tutoría, en el aula diecisiete.

-Vale, pues muchísimas gracias... -Iba a decir su nombre pero no lo sabía.

-Me llamo Jesús. -Dijo el sonriente.

-Gracias Jesús. -Sonreí de lado y salí de la sala.

Sostuve el papel entre mis manos y leí el horario un poco por arriba. Aula número diecisiete, ¿Dónde mierdas estaría eso? Me pregunté a mi misma. Eran las ocho casi e iba a sonar el timbre que indicaba el inicio de las clases así que decidí preguntarle a alguien. Al fondo del pasillo había una chica alta, de pelo castaño claro largo y rizado, reuní valor para acercarme y preguntar.

Ganas de ti // AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora