Acto 6: El otro bando - XXI

529 89 10
                                    

Estaba amaneciendo cuando paramos en una granja alejada de todo y rodeada por kilómetros de sembrado. El vampiro que me llevaba había aparecido en una docena de sitios al menos, antes de llegar allí. Yo estaba ligeramente mareada por el viaje y por lo poco que entendía de todo aquello. Me sentía débil y cuando el vampiro me soltó para que subiera al porche, me tropecé con uno de los escalones.

Me sujetó muy rápido y ya no volvió a soltarme, como si supiera lo agotada que me sentía. Solo esperaba no desmayarme de nuevo. ¿Por qué estaba tan cansada? ¡Si esta vez Arkra no había ayudado! Que ya le valía, por otro lado... No hubiera estado mal que nos echase una mano.

—Seguid moviéndoos —ordenó el vampiro a otro, que asintió enseguida y desapareció—. Vamos, Selene. En el sótano estarás a salvo del sol y así podremos hablar.

Había una docena de vampiros por allí, pero todos parecían saber que hacer y hubo un movimiento general. Yo acompañé al vampiro, que aún me rodeaba con un brazo la cintura, sujetándome un poco en él. Me llevó escaleras abajo, hasta un sótano sin ventanas y repleto de cajas. Había un sofá viejo y roñoso, pero no iba quejarme. Me dejé caer con un suspiro.

Pude observar un poco entonces al vampiro. Esta vez no quise menospreciarle, porque Dominic me había dado una lección al respecto de aquello, pero, a simple vista, este tampoco era impresionante. Llevaba una camiseta de manga corta, pero tan ancha, que le hacía parecer aún más bajo y pequeño de lo que era. Además, un mechón rubio de su pelo le cubría uno de sus ojos azules, con un ligero tono rojizo al fondo.

En cualquier caso, centró su mirada en un punto sobre mi hombro, pero estaba tan cansada que no pude analizarlo.

—Supongo que no te acuerdas de mí, Selene —me dijo, mientras se sentaba sobre un montón de cajas apiladas y quedaba un poco más alto que yo.

—No —reconocí con sinceridad.

Repasé sus rasgos finos y casi delicados una vez más, aunque el flequillo rubio le cubría casi la mitad izquierda completa de la cara, rozando su barbilla. El resto del pelo no lo tenía tan largo como ese mechón, aunque llegaba hasta la mitad de sus orejas.

—Me llamo Darren soy... el segundo al mando de Dominic —me dirigió una sonrisa amable, pero siguió sin mirarme a los ojos.

—¿Y por qué debería recordarte?

—Lo primero de todo, quiero que sepas que lo siento —me dijo con suavidad y las piezas casi encajaron solas—. Traté de protegerte, pero no podíamos imaginarnos que Werner estaba al mando y que entregaba poderes de esa manera. Esperaba poder rescataros, tal y cómo acordamos, pero no eran unos niños indefensos, era un ejército, Selene. Y estaban... enajenados, manipulados. Werner jugaba tanto con vuestras mentes, que esos chicos estaban hechos pedazos. No hubieran dejado desprotegido el árbol bajo ningún concepto, así que pensé que liberarlos era lo mejor. Debiste morir en el fuego cruzado. Y lo siento muchísimo, me siento muy culpable.

Guardó silencio y yo también lo hice. Había creído desde que me desperté en la Fortaleza que encontraría a mi asesino y podría vengarme. Pero nada era como yo esperaba.

—Yo te abrí la puerta —quise asegurarme.

—Así es. —Asintió con suavidad—. Llegamos a un acuerdo, iba a ayudarte a salvar a esa gente, a cambio de que nos dejases llegar hasta el árbol.

Me tomé un minuto entero para pensar en ello. La verdad es que no me sorprendía. Al menos me consolaba saber que había intentado salvar a la gente, aunque no había servido de nada. Habíamos muerto todos, yo incluida.

—Eso no explica cómo me convertí en vampiro —dije finalmente.

—Pensamos que debías tener un seguro, por si pasaba algo durante la batalla, así que te di un vial de mi sangre, por si acaso.

Crónicas de Morkvald: Luna de Sangre #1 - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora