Nuestra mente nos obliga a sentir apego hasta por las plantas que tenemos sembradas en el patio trasero. Es loco pero vivimos en función del apego, en función de algo material o en función de personas.
El apego es la forma más visible de que tenemos la necesidad de vivir para algo y no para nosotros mismos. Creamos vínculos tan fuertes que parece imposible tratar de romperlos solo con el chasquido de nuestros dedos. Lo peor de todo esto es que nunca pensamos que es apego o costumbre pero cuando nos vemos atrapados en ese abismo no somos concientes de que nos vamos arrastrando poco a poco al fracaso. Alimentamos nuestra vida de la manera más lógica para nosotros, la manera en que todos los seres de esta tierra se nos ha acostumbrado.
Nuestra mente siempre debe tener anfitriones que nos conduzcan, estar apegado es vivir con una venda en los ojos corriendo peligro de caer un un abismo o quizás ya dentro de él no quitar la capucha por miedo a salir y empezar de cero. Esto último es verdaderamente importante porque empezar de cero a todos nos aterra a todos nos hace cagarnos del medio, porque hacer un alto en el camino y caminar hacia otro que no estaba en nuestros planes nos hace pensar que es el final porque queremos controlar nuestra vida sin saber que cada vez que nos acostamos a dormir es incierto el día que vendrá. Qué podemos morir mientras dormimos y que ese afán de querer tener la vida fríamente calculada no sirve de nada porque sabemos que lo que queríamos hace 10 años en esa lista mental que se que todos nos hemos hecho y también se que mas de un ítems que queríamos cumplir ha Sido cambiado, mejorado o borrado.
Nunca llamamos el apego por su nombre, siempre le asignamos etiquetas sin sentido porque nos aterra que nuestra propia mente nos haga escupir que realmente nos hemos vuelto dependientes y que estamos atados de pies a cabeza a algo o alguien.
Siempre tenemos en nuestros planes seguir ese libreto que nuestra mente a diseñado para hacernos sentir en paz, en que confiemos que hay un plan para todo pero cuando nos damos cuenta que no es así nos encontramos en una habitación con dos salidas pero que las dos están bloqueadas de un fuego incesante y que estamos tan concentrados en intentar mermar la llama que olvidamos que existe una ventana de la que nunca quisimos pensar. Un escape que nunca pensó usarse porque lo que querías y necesitabas para vivir lo tenías en tus manos.
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¿Cerrar un ciclo o evadirlo?
Randomrealmente no sé cuál es la mejor opción para cerrar este puto ciclo de mi vida que se ha convertido en una línea de obstáculos que para saltarlos me ha tocado desprenderme de una vida que no estaba segura si quería vivirla.