No era la primera vez que estaban en un evento familiar. Pero era el primer ambiente festivo que pisaban como pareja, los adultos bailaban clásicos del rock, unos expertos. Luego ponían algo mas juvenil, los jóvenes se pegoteaban descaradamente. Niños jugando en la parte trasera, con inflables y bolitas de plástico, incluida la hermana pequeña de Tetsurou.
Entonces Bokuto tomó la iniciativa, estaban en una mesa apartada, la zona oscura, un mantel largo que cubría sus piernas. Deslizó sus dedos por la rodilla de Tetsurou y acarició la mano que ahí se posaba. No podían bailar juntos, ni hablar de darse un beso o abrazo. Tomó mucho valor.
Tal vez se lo esperaba un poco, pero había algo de esperanza. Tetsurou subió su mano, mirando incómodo hacia todos lados, esperando que nadie lo haya visto. Bokuto desvió sus ojos hacia el lado contrario, no quería que lo notara tan débil después de ese rechazo. Rápido su novio intentó enmendar aquel error, tomó la mano de su amado.
-Lo siento. -Susurró. El mas bajo cruzó sus brazos, evitando que siguiera sosteniéndolo- Bo...
El bicolor se levantó de la mesa.
Soportaba todo de Kuroo, fingió ser su amigo por demasiados años. Aceptó que saliera con una mujer para mantener las fachas frente a su familia religiosa. Aún cuando él si le contó a sus padres sobre su amor, no le importó el rechazo por ser quien es. Todo lo dio por Kuroo, pero, ¿qué dio por él? ¿un beso en los baños sucios del gimnasio?
No sintió ninguna mano detenerlo, no como en las historias de amor. Cierto, aún no estaban solos.
En los pasillos aún no estaban solos, por eso no oía pasos detrás suyo. Sería muy raro, un hombre llorando, otro persiguiéndolo.
Fue directo a la zona de juegos, buscó a Kuroo-chan. Esa vez si sintió unas manos bajarle el pantalón un poco, tironeando hacia abajo.
-¡Kuroo-chan! -La alzó en sus brazos, era liviana, aquellas manos pegajosas por los dulces le apretaron sus cachetes- Tengo que irme, Kuroo-chan, es difícil estar aquí. Yo te quiero un montón, ¿si? Nos veremos otra vez, porque somos mejores amigos. Pero por un tiempo será difícil.
Escuchó esa voz que lo llamaba, la niña lucia confundida, no parecía entender esa despedida. La bajó enseguida, sacudió sus cabellos rebeldes.
Había una salida de emergencia detrás del inflable.
Corrió, huyendo de sus sentimientos.
Corrió, lamentándose por haber dejado a Akaashi, eligiendo a alguien que nunca se decidió por él.
Corrió, extrañando la felicidad.
Corrió, enojado por haberse conformado con tan poco.
Corrió.
Corrió, apurado y tranquilo al mismo tiempo, sabiendo que nadie lo perseguiría.
