Jazmín Fuegoscuro y Daenerys Targaryen
Daenerys estaba en serios problemas. Seguía en Meeren, donde los Hijos de la Arpía no paraban de atacar a sus leales Inmaculados y a sus libertos también. Para colmo, vino un mercader avisándole de que Yunkai le había declarado la guerra. Ella, que solo ansiaba recuperar el trono que por derecho le pertenecía, se había visto envuelta en muchos contratiempos desde que empezó su viaje.
Su hermano la vendió, su marido (al igual que su hijo) murieron, doncellas que consideraba amigas perecieron por el camino, su gran caballero la traicionó y un sinfín de etcéteras más. Aún así, ella pensaba luchar por la libertad de los esclavos de las ciudades a las que fuera, y no pensaba darse por vencida. Los Targaryen habían nacido para gobernar, y eso pensaba hacer a pesar de las adversidades.
Debía ver el lado positivo: tenía a Missandei, a Gusano Gris, a Daario Naharis y a Barristan Selmy de su parte. Todos ellos eran los mejores en su campo.
Si debía proponer su viaje a Poniente para conseguir más práctica, y para abolir la esclavitud, lo haría. Contaba con ayuda.Pero una inesperada visita le hicieron las cosas aún más fáciles.
Todo ocurrió cuando estaba dando un paseo a lomos de Drogon. Sus tres hijos habían crecido de sobremanera los últimos meses, pero ese era el más grande de todos. Esperaba que algún día llegara a ser tan fuerte como Balerion, El Terror Negro, dragón de su antepasado Aegon I. Todo eso lo sabía gracias a su hermano Viserys, que antes de volverse loco, había sido un buen hermano que le contaba historias sobre su familia. Suspiró, mirando al cielo que tenía alrededor. Sentía que podía tocar las nubes con sus manos ahí mismo.
Su calma se vio interrumpida de golpe, cuando vio un dragón que no era suyo escupir lo que parecía ser hielo. «¿Estoy soñando?» se preguntó, mientras se agarraba más fuerte a Drogon.
Se agachó junto a él cuando notó como el otro dragón apuntaba hacia allí, pero nada pasó. El extraño animal había dejado de echar hielo.
—¡Hola! —oyó como gritaban a la lejanía. Miró al suelo, pero no había nadie allí. En un momento de locura pensó que era el dragón el que estaba hablando, hasta que se dio cuenta de que había alguien encima suyo.
Era una mujer de liso pelo rubio, bastante parecido al suyo, que tapaba parcialmente su rostro.
—¿Podemos hablar? —vociferó de nuevo la extraña, intentado hacerse oír. Era difícil comunicarse desde tan arriba. Así pues, ambas bajaron a la tierra—. Bonito dragón, ¿cual es su nombre? El mío se llama Daelson —preguntó con una gran sonrisa cuando tocó el suelo. Estaban en medio de la nada, pero era un buen sitio para estar con dos bestias tan grandes.
—Es Drogon.
—Te estarás preguntando quién soy, me imagino.
—Así es —respondió cortante Dany, sin fiarse—. Yo soy Daenerys de la Tormenta...
—Para, para —rió, sabiendo el largo parloteo que se venía—. Ya sé quién eres, mi reina. Venía a ofreceros mis servicios para todo lo que necesitéis.
—Bien, empieza a explicar.
—Soy Jazmín, única superviviente de la casa Fuegoscuro.
—Pero... eso es imposible —Dany recordaba que su hermano le dijo que ellos se habían extinguido hacia tiempo. También que eran una casa vasalla a la suya, pero que por alguna razón los habían traicionado.
—La Compañía Dorada puso salvar a algunos de mi familia, y los mantuvo en secreto. Todos ellos ya han muerto, menos yo.
—¿Y porqué vas a ayudarme, si tu familia hizo rebeliones en contra de la mía? —Alzó una ceja.
—Porque ellos no son yo. Igual que tú no eres tu padre —dijo Jazmín con cautela, sin querer sonar como una impertinente. Pero aunque a la madre de dragones le hubiera costado admitir, su padre fue un loco y tirano sus últimos años de vida, al igual que su hermano. Y la mujer tenía razón; ella no era como ellos.
—¿Y cómo sé que puedo confiar en tí?
—No hay forma —La Fuegoscurso se encogió de hombros—. Pero dame una oportunidad, y te juro que no te arrepentirás. Si quisiese haceros daño, hubiera venido a la noche con mi dragón y hubiera acabado con todo, ¿no cree? Me he estado manteniendo al margen del mundo durante toda mi vida, si ahora corro este riesgo es porque pienso que usted es la reina que Poniente necesita.
Con eso logró convencer a Daenerys, quién le miró con ojos dulces y le dedicó una pequeña sonrisa.
—Supongo que a mis hijos les vendrá bien tener un nuevo hermano —comentó refiriéndose a sus animales, mientras dirigía su vista a Daelson. El dragón le dedicó un gruñido suave—. Creo que a él también le parece buena idea.
Ambas rieron divertidas. Empezaron a hablar sobre sus fieles compañeros, dándose cuenta de la devoción que la otra sentía por aquellos animales. Compartían bastantes gustos, tenían muchas cosas en común.
Quizá por eso se hicieron tan inseparables desde aquel día. A dando quisiera que fuera Dany, iba también Jazmín. Y a donde quisiera que fueran Viserion, Rhaegal y Drogon, iba también Daelson.
Ya se imaginaba a su reina sentada en el trono y a ella a su lado, como mano del rey, aconsejándole y cuidándola.
Quizá esa visión nunca llegara a hacerse realidad, pero una cosa tenía clara: haría todo lo que estuviese en su mano para que la khaleesi no se arrepintiera de haber confiado ciegamente en ella.Costase lo que constase.
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Game of thrones: one shots
Fiksi Penggemar¿Te gusta Juego de tronos? Si es así seguro que has fantaseado más de alguna vez con alguno de sus personajes. Aquí encontrarás tus sueños convertidos en realidad.