Soy un cuerpo hambriento,
dame de tu carne,
no me puedo saciar.
No hay recuerdo,
sólo una fantasía,
que cual caldera enciende,
mi templo carnal.
De tu imagen inconclusa,
acabado tengo,
de inferir con imaginación ilusa,
tus zonas de rigor.
Y en el ritual del calor,
traspasar tus fronteras anhelo,
del cual deseo esotérico,
sólo hallo el dolor.
Que existieras
en hueso y carne,
un deseo, un flagelo.
Cada noche,
en soledad y desierto,
cada noche,
yo te deseo.