De artilugios sólidos, que pesan, que quedan,
no pasan al éter.
Feliz de aquel que cultiva con la mente,
y pasan la muerte.
Pan de sabiduría, engorda al espíritu,
única riqueza.
Oro, plata, mármoles y piel añeja,
pesan, todo queda.
Cuando la deuda vitalicia me reclame,
me iré liviana,
de cuerpo vacío, pero de alma colmada,
me iré sabia.