Sus penitenciarios esperan una larga vida, de panza llena y de agonía repletas.
La única cura es una muerte artificial.
Cada inocente recuerda sus antes anchas tierras, ahora viven en jaulas pequeñas,
donde no pueden desatar su instinto salvaje, sino solo a la humano acatarse.
Fríos barrotes los rodean de forma empírica, privándoles de su libertad merecida.
Es un oscuro lugar, donde lo salvaje se vuelve humano, y lo humano salvaje.
Salvajismo artificial, que no más que la maldad lo habrá de sustentar.
En cualquier zoológico, animales han de sufrir salvajismo estoico.