La noche cae silenciosa sobre la ciudad de Los Ángeles y él se aferra a su fusil de asalto AR-15. Le gusta sentirse seguro, con el arma en sus manos, los dedos entre el gatillo y los ojos en la mira, bien abiertos, con los sentidos dispuestos, los nervios controlados y la idea de que todo saldrá bien.Será otro trabajo exitoso; otro rescate con un rehén sano. Con combate mínimo, porque preservar la paz, es el principio fundamental, no importa lo imponente de sus armas o el entrenamiento riguroso en ofensiva.
—Despejado —escucha despacio a través del audífono en su oído.
Él asiente hacia la nada y pegado contra el muro de ladrillo, gira para dirigirse a la puerta de entrada.
La misión es en un hotel que parece caer a pedazos, el objetivo está en el tercer piso.—Equipo alfa, estamos listos para entrar —nuevamente una voz se cuela en su cabeza y él vuelve a asentir, acostumbrado a la mecánica acción cada vez que recibe una orden.
Seis hombres penetran en el hotel y luego se parten a la mitad, unos yendo por las escaleras, otros por el ascensor. El resto del equipo, los betas y omegas, se quedan en la puerta, mientras los gamma permanecen en edificios cercanos dispuestos a usar la mejor técnica del mejor francotirador.
De pronto, el silencio de la noche se interrumpe por el sonido de armas disparando. Hay gritos, insultos, y el resueno de las botas del equipo Beta que sube por las escaleras. Él pertenece al equipo Beta. Al llegar al pasillo del tercer piso, encuentra a algunos hombres tirados de boca contra la alfombra. Esquivándolos, llegan a la habitación donde hay más sangre y dos miembros del equipo alfa de pie junto a un hombre amarrado a una silla. Era el objetivo. El hijo menor del Secretario de Estado de los Estados Unidos quien lucía despeinado, con barba algo crecida y ojos desenfocados.Él se acercó al rehén sin recibir ninguna orden. Según su pensar, debería haber más iniciativa propia en cuanto al rescate de rehenes, pues conseguir su libertad y velar por la seguridad de éstos es uno de los objetivos del equipo S.W.A.T..
Alcanzó romper las cuerdas que ataban con tanta fuerza las enrojecidas muñecas, cuando el comandante del equipo alfa comunicó que necesitaban apoyo médico.
Una serie de disparos les alerta y la voz de un hombre informa que han querido escapar dos secuestradores, que uno de ellos ha disparado, pero ya todo está bajo control. Para ese entonces, el secuestrado estaba libre de la mordaza en su boca.—Ayúdame — dijo con voz ronca.
Su mano derecha se movió con torpeza en un intento por tomarle del uniforme.—Eso haremos —respondió con media sonrisa.
—No —negó desesperado—. No me lleves con él... sácame de aquí, por favor... mi padre... él me quiere matar, no me lleves con él, por favor.La angustia se reflejaba en ese par de ojos avellana. Jadeaba con cada palabra, como si hablar fuera equivalente a correr en una maratón. El agente S.W.A.T. le vio abrir los ojos desmesuradamente cuando dio el último ruego.
—Por favor —susurró.
La mano cayó y sus ojos se cerraron, su cabeza fue hacia atrás con brusquedad y su cuerpo se habría caído de la silla si no es por el oficial que le sostuvo justo a tiempo.
No se puede ser inocente en estos días. Su padre es un político, y de los políticos se puede esperar cualquier cosa, sin embargo, ¿querer matar a su hijo? Sonaba demasiado irreal.
«Los niños, borrachos y los desesperados dicen la verdad, ¿no?».El debate mental se detiene cuando escucha a sus compañeros correr mientras una voz grita "¡Bomba!". En una reacción en automático entrenada por el paso de los años, tomó al hombre de ojos avellana sobre su hombro derecho, como si se tratara de un costal de papas y se dirigió a la única salida de lugar, una ventana que llevaba a unas desgastadas escaleras de lámina.
Apenas puso sus pies en las láminas y hubo una explosión. Escuchó gritos a través del audífono, tan ensordecedores que lo arrojó al piso. Corrió como si la vida dependiera de ello, y en verdad lo hacía.
Aún a una cuadra de distancia del hotel, y sin reportarse ante sus superiores, él siguió corriendo, con un rehén inconsciente sobre su hombro y unos ojos avellana rogando por ayuda clavados en su mente.
Hay momentos en que se desafía a la autoridad, y debería la causa ser suficientemente importante para hacerla, porque un agente S.W.A.T. no da la espalda porque sí.
Entonces, ¿esa mirada desesperada valdría realmente la pena?
Cuando entra en su departamento y deja caer ese maltratado cuerpo sobre su cama, piensa que sí; porque todo policía debe proteger al inocente. Y él, era un hombre con mucha vocación y amor al trabajo.
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Like A Movie (Adaptacion - Johnmark)
Short StoryMark está secuestrado. Johnny es un agente especial. ▶️Historia no es mía. Adaptación al Johnmark.