Capítulo 41

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Me voy a casa y me llevo el periódico conmigo, tengo la intención de leerlo por tercera vez —lo leí una segunda estando en el trabajo—, estoy sentada sobre la cama de mi habitación, ya con mi pijama, el periódico frente a mí y me muerdo las uñas.

Jamás vi venir una cosa como esta, mucho menos que una princesa se encuentre hablando sobre mí para un periódico que se encargaría de ofenderme e insultarme. Cassidy me ha asegurado de que hay cientos de páginas en internet donde están comentando de esto y divulgando la pequeña entrevista que la princesa Dorothea ha dado, yo no he checado ninguna de esas páginas en línea, a pesar de que tengo la laptop a mi lado, no me atrevo a encenderla y checar el internet, tengo miedo de leer todas esas notas que las personas se molestan en compartir. Es curioso como las redes sociales pueden influir en la vida de uno para mal, podemos leer miles de comentarios encantadores y emocionarnos, pero solo basta un comentario malo para derrumbarnos.

Escucho los golpes a mi puerta y frunzo el ceño, no esperaba visitas y Cassidy no estará en casa por el resto de la noche, pienso en que quizás puede ser Theo, de quien no he tenido noción por el resto del día, me levanto de la cama y me doy una rápida mirada en el espejo, dudo unos segundos en si debo cambiarme o salir así a atender la puerta, optando por la segunda opción, me dirijo a atender a la puerta. De tan solo pensar que se puede tratar de Theo, mi sonrisa decide permanecer en los labios, y mis ánimos se han levantado un poquito, aquella sonrisa se transforma en una mueca y después me lleno de asombro al encontrarme con su padre frente a mí.

—Buenas noches, señorita Leigh —saluda el rey en un tono amable y serio, aunque no autoritario. No puedo creerlo, tengo al mismísimo rey de Alemania frente a la puerta de mi departamento, no respondo, lo miro fijamente a los ojos y parpadeo un par de veces para confirmar que realmente se trata de él, cuando noto que no estoy soñando, me aclaro la garganta y hago una reverencia —que creo que sale bien por la diminuta sonrisa que se forma en los labios del rey—, vuelvo a aclararme la garganta.

—Majestad —logro formular luego de unos segundos—. Yo...

Quiero decirle que no tengo ni idea de porque está aquí y que no esperaba su visita, me maldigo a mi misma por no haber tomado la primera opción, estoy recibiendo al rey en pijama, debería de darme vergüenza. Mis mejillas se tornan rojas cuando reacciono a ello.

—Tranquila, no estás en problemas —me asegura con serenidad. Su pecho se hincha un poco al tomar aire—. Me he tomado la molestia de averiguar tu domicilio para venir a conversar contigo, ¿te importaría recibirme?

¿Hablar conmigo? Pienso y rio nerviosa, no lo veía venir. Me hago a un lado para dejarle pasar a mi departamento, detrás de él, hay dos hombres con trajes negros y el mismo semblante serio y atemorizador con el que los otros dos hombres vinieron a buscar a Theo.

—Adelante, pase.

El rey no se inmuta y entra, sus hombres hacen lo mismo y cierro la puerta detrás de ellos para dirigirlos a la cocina, donde sirvo tres vasos de agua fría y saco un par de tazas de café, he leído por ahí que la realeza siempre toma el té, pero yo no tengo té, así que pongo la cafetera, y rezo para no ser irrespetuosa ofreciéndole café en vez de té, porque quizás puede ofenderle.

—Disculpe que no le sirva té —aclaro colocando las tazas, azúcar, cucharas y leche—. No suelo tomarlo, solo tengo café.

—Me alegro —dice aceptando la taza, para luego tomar la tetera en la que vertí el té—. Detesto el té, y prefiero el café con leche por las mañanas. Es la primera casa a la que visito y me ofrecen café en vez de té, me agrada bastante.

Aquello me causa gracia y hago mis esfuerzos por oprimir una risita.

—Sí, al parecer la mayoría suele amar el té.

Un príncipe peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora