Shinso Hitoshi no era más que un sencillo mortal que vivía sumergido en su propia cotidianidad. No era ningún prodigio, ninguna característica que resaltará a los ojos ajenos. Como cualquiera, su prioridad eran sus beneficios.
El joven de cabellera índigo soñaba con ser un ingeniero en sistemas. Iba a la U.A, actualmente transitaba por segundo año.
Se esforzaba tanto por su vida académica que lo que más se notaba de todo su cuerpo eran esas ojeras que incluso reflejaban un morado llegando a negro.
Cada mortal en la Tierra tiene su lado...profundo. Nadie se salva de las irregularidades de esta extraña vida y sus desgracias.
Hitoshi no se privaba de esto.
La universidad a la que asistía era una academia famosa y prestigiosa. Cualquier estudiante auxiliado por esta obtiene reconocimientos y esta plagado de conocimiento, inteligencia, talentos e demás.
Como todo sistema educativo que posee tal nombradía, sus costos son bastantes altos. Tanto así, que apuntaba a ser la quinta universidad más costosa de todo Japón.
Shinso es huérfano.
Y nadie sabe como llegó a parar al orfanato. Solo lo dejaron al frente de las puertas de la institución, cual Moises.
Fue acogido por más de 15 familias, según los vagos conteos de él mismo. Siempre lo devolvieron. Siempre. De maneras sutiles a vulgares. Cada regreso conllevaba una crítica que decía muy claro:
«Shinso es muy tímido, no habla, no se junta con los demás, ni siquiera nos vuelve a ver, nada le interesa, es apagado.»
Pasó toda su infancia y adolescencia de esta manera. Siendo devuelto y adoptado, en un ciclo molesto que no parecía llevar a nada. Cumplió la mayoría de edad y vió como manejar el sueldo que el gobierno le sustentaba.
Dinero que apenas le ayudaba a pagar su departamento y alimento. Consiguió una beca en la Yuuei a puras noches de insomnio y pegado a libros en un escritorio con una horrible luz blanca.
Lo demás lo pagaba trabajando como voluntario en una guardería gracias a unas recomendaciones de cortesía por parte de conocidos.
No era un chico de lujos. No le molestaba su estilo de vida. Era un chico que era demasiado común y leal a su comodidad, llegando a lo repugnante.
Porqué eso lo hacía ver como alguien apático, aburrido, aguafiestas, cerrado, anticuado. O así lo tachaban sus compañeros al oír como rechazaban una invitación a fiestas y salidas.
El joven de morados ojos no se preocupaba por disfrutar su vida. Aun sabiendo que solo una tenía.
—¿Hablo con Sir Kaminari? —Preguntó una chillona voz en la otra línea.
—No señora, se habrá equivocado de número. —Dispuesto ya a cortar la llamada algo le interrumpió.
—¿¡Cómo se atreve insolente!? ¡Apenas tengo 49 años! ¡Llámeme se–ño–ri–ta! ¡Oyó, señorita! —La voz aguda empezó a tirar aullidos en sus regaños, cosa que casi le anula el oído al pobre Shinso.
—Sí, sí, se–ñorita, ya le dije, marcó el número equivocado. —Ahora sí, iba a presionar el botón rojo y hacer que la vieja cuarentona esa se tragará sus refunfuños.
—¡No estoy segura que este es el número correcto! ¡Usted debe ser un sirviente del grandioso Sir Kaminari! ¡Dígale que deje de ocultarse y le responda a su majestad! ¡Ahoooraaaaa!
"Aquí vamos de nuevo." Pensó el cansado universitario.—Mire señorita. Yo no soy ningún maldito sirviente y dudo serlo algún día. No tengo ni la menor idea de quien es ese tal Kaminuri y no me interesa. Le repito que este número es XXX–XXX-X98, revíselo bien. —Lo habían llamado sirviente y ya la mujer lo estaba sacando de su casillas.
—¡Ay pero que grosero! Sir Kaminari debería estar avergonzado de tener un trabajador tan atrevido. ¡No voy a revisar el número, estoy segurísima que marqué bien! ¡Páseme a su jefe por el amor de Dios!
El estudiante respiró hondo sacando su nula paciencia. Pasó una mano por sus cabellos para después resbalarla por su rostro. Estaba tan irritado que juraría que le gritaría mil maldiciones a la arrogante "dama."
—Señorita. Marcó mal.
—¡Qué no!
—Que sí.
—¡Lo niego!
—Que sí.
—Por favor ¡Deje los juegos! ¡Soy una mujer ocupada!
—Mis disculpas. Dígame su nombre y preguntaré por usted personalmente a mi señor. —Imitó su mejor acento laboral para su próximo espectáculo.
—¡Gracias a Dios! Yu Takeyama, o solo Yuyi. ¡Estoy segurísima de que mi lindo Denki sabrá quien soy con solo saber mi apodo! ¡Jijiji!
—¡Gracias por su paciencia! ¡El jefe estará muy feliz de saber de usted! ¡Es una lástima que HAYA MARCADO AL MALDITO NÚMERO QUE NO ERA PINCHE VIEJA!
"Piiiii" fue el último ruido de aquella llamada. Capaz la "joven" de unos "escasos" años estaría dando patadas y estando a nada de explotar en insultos.
El pobre del chico ya había recibido más de 5 llamadas en 3 horas preguntando por el tal Sir Kaminari. Cosa que le estaba dando migraña y ganas de conseguirse un doble trabajo para contratarse una secretaria.
El problema era que tenía la maravillosa suerte de tener el mismo número que la misteriosa persona. Siendo la excepción el último dígito, que daba por casualidades, ser el 9.
El suyo era el 8, el del tal Sir era 9. 8 y 9 están justo a la par. Era el colmo, o un maldito chiste barato.
Añadiéndole que este incógnito era, deduciendo, famoso y recibía llamadas de sobretodo, mujeres. Que le elogiaban a cantaros.
Shinso posiblemente pensaba que confundían su número con un prostituto.
¡Cómo! ¡Por qué las personas no revisaban bien el numero! ¡Nada les cuesta mirar los últimos dígitos! ¡Por qué tenía que lidiar con vanidosas viejas que no superan que ya no tienen 15! ¡Por qué tenía que ser el objeto de chiste de las casualidades más insoportables!
Ya estaba cansado. Había vivido 6 meses con esta situación desde que se compró un celular y ya no lo iba a soportar.
Iba a usar cualquier alternativa para acabar con todas las equivocaciones. Sin importar cual alternativa fuera.
¡Se va a volver loco!
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Número Equivocado [ShinKami]
FanfictionShinso Hitoshi siempre recibía llamadas de numerosas personas que preguntaban por el nombre de "Sir Kaminari." Harto ya de recibir estas llamadas, decide acabar por todas este inconveniente. Aunque eso es lo que planeó, falla rotundamente. Pero grac...