Besos agridulces [COMPLETA]

III: Mi querida Alicia

Después de esa noche Alicia no volvió. Creí por un momento que sus sentimientos hacia mí eran reales, pero cómo pude imaginarme semejante barbaridad. No era posible.

Alicia era perfecta, sus ojos eran claros, nariz pequeña, delgada, con cabello lacio un poco más abajo de sus senos y sus labios, ¡Oh sus labios!, eran tan carnosos y rosados...

Me volvía loco, me volvió loco desde el primer instante que la vi, que la admiré.

¿Cómo un ser tan hermoso podía fijarse en mí? Un citadino de cuarta que no tenía las agallas de siquiera hacerle reír con un chiste malo. No era posible.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe... Los llantos de Alicia robaron mi atención en menos de un segundo. Ella estaba arrodillada con las palmas cubriendo su rostro.

Oh cielos.

—¿Qué ocurre princesa? —me acerqué a ella frunciendo mi ceño con preocupación.

—Es, es —intentaba explicar respirando veloz sin poder emitir ninguna palabra.

—Por favor Alicia, cálmate. No puedo entender, yo te ayudaré en lo que necesites pero dime.

Secó sus cachetes bruscamente con el dorso de su mano.

—Es Katia, Octavio. La visité para presumirle lo bien que tú y yo nos encontrábamos y se volvió loca. Solo quería decirle lo tan enamorada que estaba de ti pero no lo soportó y me agredió, me hizo la ropa añicos.

Era cierto, su falda estaba rota y su blusa dejaba a la vista su sostén.

—Quiero que la hagas pagar por esto Octavio.

Me relamí los labios, esa arpía. Primero me ignora y luego quiere matar a golpes a mi novia. Porque Alicia era mi novia, ¿cierto?

Alicia se paró y me miró con los ojos hinchados y rojos.

—Solo quería presumir nuestro amor Octavio y recibí esto... No quiero que esta relación me cueste la vida, creo que lo mejor es que terminemos...

—¡Claro que no Alicia! —negué con miedo, no quería que me dejara.

Alicia era lo más importante en mi vida.

—Yo me encargaré de ella, no debes angustiarte por nada.