• Capítulo 34 •

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Sarutobi Amaterasu.

—¡Kage bunshin no jutsu!¹— al terminar de realizar los respectivos sellos, dije en voz alta el nombre de la técnica.

A mi lado derecho salieron dos clones de sombra perfectos, mientras que a mi lado izquierdo salió uno tirado en el suelo, muy deforme y sin mucho color.

Ambos profesores que evaluaban el examen para ser una kunoichi, me miraron pensativos, tal vez cometer un error era igual a no aprobar el examen.

Suspiré hondo, coloque mis manos en mi espalda cruzando mis dedos. Rogaba en mi mente poder aprobar.

—Bien—, dijo Iruka-sensei pensativo —lograste hacer dos clones a la perfección, pero el otro...— miró el clon izquierdo, su expresión decía desaprobación —bueno, como te has esforzado mucho en hacer esos dos clones perfectos...

Empezaba a sentir hormigas en todo mi cuerpo, estaba nerviosa por saber si aprobé y no.

—Estás aprobada. Felicidades Amaterasu—. me dijo con una sonrisa entre dientes.

—Era de esperarse de la hija del hokage— dijo con una sonrisa falsa el chico peliplata, amigo de Iruka-sensei.

Pasé al frente del escritorio donde estaban las bandanas, con orgullo la recibí de las manos de mi profesor, me la puse en mi frente. Era el mejor día de mi vida. Por fin era una kunoichi.

Con una gran sonrisa salí del salón para poder mostrárselo a Sakura, quién también había aprobado, pero estaba con sus padres, por lo que decidí no interrumpir el momento.

Como quisiera que papá estuviera aquí, para mostrarle mi esfuerzo— miré el cielo sin ninguna expresión. Hoy papá estaba más ocupado de lo normal, por lo que no fue a mi graduación.

Empecé a caminar a las afueras de la academia, pero ví a Naruto sentado en un columpio que colgaba de la rama de un árbol. Tenía una expresión muy deprimente, por lo que deduje que no había aprobado su examen.

Además unas niñas hablaban mal de él. Odio a ese tipo de personas, siempre tratan a Naruto como un fenómeno. No soy de esas chicas que tienen mucha paciencia con ese tipo de personas como las niñas. Con una sonrisa en mi rostro, me le acerque.

—Naruto...— le llamé, captando su atención ya que tenía la mirada puesta en el suelo.

—Amate-chan— dijo con su voz quebrada, no soltaba el lazo del columpio.

—Descuida—; sonreí con sinceridad, coloque mi mano en su cabeza, acariciándolo— habrá otra oportunidad, así que anímate, por qué te invitaré a comer todo el ramen que quieras hoy.

Su expresión de tristeza cambió, ahora estaba muy feliz, cosa que me alegro. Asintió con su cabeza, tomó mi mano y ambos corrimos a las afueras de la academia para ir a Ichiraku Ramen.

Tu...

Mientras corría, sujetada de la mano de Naruto, una voz espeluznante se escuchó en mi mente.

¡Tú! ¡Se puede saber que haces aquí!

La voz en mi cabeza aumentaba de tono, no sabía de quién se trataba, pero me provocaba un cierto escalofrío. Me solté de la mano de Naruto para ver quién me estaba haciendo esa broma pesada, pero ya no podía escuchar nada.

—¿Que pasa Amate-chan?— ladeó su cabeza sin entender mi acción repentina.

Suspiré, toque mi frente, tal vez entrenar mucho me agotó. Lo miré con una media sonrisa para evitar que se preocupara —No es nada Naruto. Sigamos, o el ramen se acabará-. dije para apresurar el paso.

El silencio de un secreto | Uchiha MadaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora