Capítulo 14

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Vaya que Alejandro tenía razón. Después de la noticia, Evelyn decidió tomarse un tiempo para meditar las cosas.

Sobre analizarlo todo comenzaba a agobiarla, pensaba en ello la mayoría del tiempo. Apenas si había asimilado que Alex se iba a divorciar con tal de estar con ella y entonces llegó con esta noticia que no la dejaba en paz ni cuando se cepillaba los dientes.

Además, después de cinco días de estar incomunicados, Alex la ha buscado como un loco. Le manda mensajes por la mañana y por la noche, ha ido a buscarla a su departamento, pero ella ha preferido guardar distancia, aún no tenía una respuesta.

—¡Pero si yo le dije que por eso me divorcié! —Decía para sí misma, mientras remojaba el pincel—. ¡Aghh! ¿Por qué me complicas más las cosas Alejandro Mena?

A pesar de que ha buscado distraerse terminando la pintura de Bailey, seguía dándole vueltas al mismo asunto. ¿De verdad podría con eso? ¿En serio podría iniciar una relación con él sabiendo que va a tener un hijo? ¿Qué haría con eso? Por supuesto que él tendría que pasar los fines de semana con él, ella tendría que ser la figura materna por cuarenta y ocho horas, si ni siquiera pudo cuidar al chihuahua de su hermana mucho menos iba a poder cuidar a un bebé.

El sonido de la puerta la sacó de sus pensamientos, dejó el pincel a un lado y se limpió las manos, caminando sigilosamente hacia la puerta para ver por la mirilla. Alejandro estaba ahí, otra vez.

—Evelyn, sé que estás ahí. ¡Por favor, ábreme!

Ella se negó con la cabeza, se alejó de la puerta una vez más. Ni siquiera pudo continuar pintando, quería tirar ya todo por la borda, lo único que quería hacer era huir unos días al rancho, pero sus responsabilidades con el corporativo en el que trabaja apagaron inmediatamente ese plan.

Hace tres días que Evelyn decidió ir al rancho de su familia, con la pintura de Bailey y un montón de dudas que no la dejaban dormir en paz

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Hace tres días que Evelyn decidió ir al rancho de su familia, con la pintura de Bailey y un montón de dudas que no la dejaban dormir en paz. Lo único que quería era alejarse un poco de la ciudad, respirar aire fresco, dejar el celular a un lado porque se ha cansado de recibir mensajes de texto, de Alex, del administrador del edificio en el que vive y de su ahora ex jefe del corporativo. Sólo quería estar en el rancho, con su mamá y quería montar a caballo, actividad que aseguraba la haría olvidarse de todo aunque sea un rato.

Sin embargo parecía que el nombre «Alex Mena» la seguía a todas partes. No tenía ni idea de que su mamá y él permanecieron en comunicación todos estos años y que Alejandro le mandaba sus discos apenas salían al mercado. No entendía porque ambos le ocultaron eso, pero fue el punto de partida para contarle a su madre que han reconectado, para decirle todo lo que ha sucedido desde que se vieron en el club Arabella.

Y después de dos largas horas de conversación con su mamá, se dio cuenta de que aún tenía algo pendiente, el sobre que dejó encima de la cómoda de su habitación en el rancho era un recordatorio de ello, tenía menos de dieciocho horas para tener una respuesta y seguía indecisa.

Asignatura pendienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora