Capítulo 18. Alcohol

760 38 14
                                    

Narrado por Nicolás.

Dicen que el tiempo pasa demasiado rápido cuando te diviertes, y yo aún recuerdo como si hubiera sido ayer el día en el que Edgar me besó, todavía se me eriza la piel con tan sólo pensar en aquel momento. Y realmente ha pasado un poco más de una semana desde aquel importante acontecimiento, los días han pasado muy rápido para mi gusto, desde aquel beso nos hemos visto a diario, me las he ingeniado para evitar a Brenda, siempre inventándole excusas pasa así poder dedicar mis días al verdadero amor de mi vida.

Ya me siento mucho mejor, me he recuperado completamente y no me puedo sentir más agradecido con la maldita vida que me tocó. He ido a visitar a Edgar, él ha venido a visitarme a mí, hemos salido juntos, hemos hecho muchas cosas juntos, a veces nos comportamos como amigos y cuando no estamos en público nos demostramos lo mucho que nos queremos. Finalmente no tengo que callar lo que siento, ahora ya no tengo que aguantar mis ganas de besarlo, bueno, sólo cuando estamos en público, pero eso no me importa, me gusta la idea de que esto que tenemos sea algo de sólo nosotros dos, que las cosas que pasen entre nosotros se queden entre nosotros y nada más.  Es nuestro gran secreto y me gusta que sea así, de cierta forma me llega a excitar la idea de que todo esto sea secreto, soy un completo enfermo.

Es sábado por la noche y esta noche lo he invitado a tomar una cerveza, la que le “debía” por la ridícula apuesta que hicimos. Me siento ansioso, ansioso por verlo y divertirnos juntos, estos días hemos estado más unidos que nunca y veo todo el mundo de color rosa por su culpa.

El agua tibia cae sobre mi recuperado cuerpo y ni la calidez del agua me puede tranquilizar, estoy emocionado, me siento como una adolescente en su primer noviazgo, lo amo tanto… Ni siquiera yo tengo la mínima idea de cuántas veces me he masturbado esta semana pensando en él, me calienta tanto el desgraciado, sólo basta con que me miré de forma traviesa para masturbarme esa misma noche recordando su mirada e imaginándome mil cosas más, soy un enfermo y mientras él siga a mi lado voy a seguir siendo un maldito enfermo.

Salgo de la ducha y me visto tomándome mi tiempo, cepillo mis dientes y arreglo mi cabello, me aseguro de verme bien, quiero verme bien para él, aunque estoy seguro de que él todos los días me ve igual que siempre, a él no me importa que ropa me ponga o si me peino o no, le da igual, siento mariposas en el estómago con pensar que le gusto por como soy y no por como luzco.

A mí me gusta él de todas formas, me gusta que siempre este tan relajado, que sea seguro de sí mismo, me gustan sus ideas, su manera de expresarse, su sentido del humor, me gusta lo que piensa, creo que es muy inteligente y astuto, amo que sea tan simpático y estoy enamorado del color de sus ojos, del color de su piel, su cabello, todo en él me gusta.

Yo no solía fijarme en los pequeños detalles de una persona hasta que me enamoré, y me obsesioné por memorizar cada parte de Edgar, para jamás olvidarla, por si algún día él simplemente desaparece de mi vida, yo podré recordar cada detalle de él sin ningún problema.

Maldita sea estoy obsesionado, me da un escalofrió tremendo con sólo pensar en la idea de que Edgar desaparezca de mi vida, ¡Edgar es mi vida!, si él se va, todo se va, me quedo en blanco, vuelvo a ser un vaso roto sin él…

Bueno, ya soy un vaso roto, soy un puñado de vidrios, él me rompió sin querer, creo que me rompió desde el primer día que lo vi, pero ahora, ahora siento que él encontró la manera de arreglar lo que rompió, siento que soy un vaso medio roto, soy un vaso con flores dentro de mí… Qué rara metáfora, debo estar drogado o algo. Ah sí, estoy enamorado.

Regreso a mi cuarto y escucho como mi hermana y mi madre pelean abajo, parece que alguien más también quiere salir hoy, estoy tan acostumbrado a escucharlas discutir cada fin de semana que si la casa está en silencio me preocupo.

Vaso rotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora